El Senado aprobó el martes la constitucionalidad del segundo juicio político en contra del expresidente Donald Trump con 44 votos en contra y 56 a favor, tan solo seis de ellos de senadores republicanos, por su responsabilidad en el asalto al Congreso por parte de sus seguidores el pasado 6 de enero. Es el primer mandatario en enfrentar por segunda vez un «impeachment» y también el primero sometido a un juicio político después de abandonar el poder.
El hecho de que ya no esté en el poder hace que Trump no pueda enfrentar la consecuencia automática de un juicio político: la destitución; pero abre la puerta a que lo inhabiliten, lo que le impediría volver a presentarse a unas elecciones presidenciales.
¿QUÉ ES UN JUICIO POLÍTICO?
A grandes rasgos, un juicio político es un proceso mediante el cual el poder Legislativo puede destituir a un presidente si considera que ha cometido un crimen.
Según refleja la Constitución, el presidente, el vicepresidente y todos los funcionarios civiles «serán destituidos de su cargo por acusación y condena por traición, soborno u otros crímenes y delitos menores».
Dada la amplitud de la definición, el Congreso puede iniciar el proceso debido a una actividad criminal, abuso de poder o cualquier otra presunta infracción.
¿CÓMO SE INICIA UN PROCESO DE DESTITUCIÓN?
Normalmente es el Comité Judicial de la Cámara Baja el que inicia los trámites y emite una resolución con los cargos políticos a «juzgar» contra el presidente, que después deben ser votados por la Cámara de Representantes y eventualmente por el Senado.
Esta vez, sin embargo, por la urgencia del caso, la acusación se sometió directamente al pleno de la Cámara Baja, que la aprobó por 232 votos a favor -diez de ellos republicanos- y 197 en contra el pasado 13 de enero.
La aprobación de un cargo político en la Cámara de Representantes no tiene ninguna consecuencia inmediata por lo que Trump, que en ese momento seguía en el cargo, no tuvo que abandonar sus funciones.
Una vez cumplido ese primer trámite, el Senado recibe los cargos para el juicio político y se consensuan entre los dos partidos las reglas y procedimientos que se seguirán.
EL JUICIO POLÍTICO
El juicio político se celebra en el Senado desde el pasado 9 de febrero, durante el proceso, la cámara es dirigida por el presidente del Tribunal Supremo. Esta vez, sin embargo, al no estar Trump en el cargo, quien preside el juicio es el senador con más antigüedad del partido en mayoría, en este caso el demócrata Patrick Leahy. Leahy y los otros 99 senadores actúan de jurado, mientras que un grupo de legisladores elegidos en la Cámara Baja ejercen de «fiscales», los llamados «encargados de la acusación», y unos abogados contratados por Trump de su defensa.
Al inicio del proceso, cada senador jura, al igual que hacen los miembros del jurado en un juicio ordinario.
Por su parte, los «fiscales» son propuestos por el jefe de la Cámara Baja, en este caso la demócrata Nancy Pelosi. La líder demócrata ha nombrado a nueve de estos «fiscales».
Una vez que el «impeachment» arranca, transcurre de manera similar a un juicio tradicional: los fiscales comienzan con una declaración inicial, seguida de la de los abogados del expresidente.
Los fiscales invitaron a Trump a declarar testigo, pero este declinó la propuesta.
Al finalizar todo este proceso, comienzan las deliberaciones en una sesión a puerta cerrada y cuando acaban, el Senado vota en público cada cargo político.
Se necesitan dos tercios para declarar culpable al expresidente, que de lo contrario queda absuelto.
En este momento, los dos partidos se reparten a partes iguales los 100 escaños del Senado, de manera que el segundo juicio político contra Trump solo podría salir adelante si 17 senadores republicanos votan con los demócratas.
PRECEDENTES EN LA HISTORIA
La Cámara Baja ha imputado políticamente a diecinueve personas, la mayoría jueces federales.
En el caso de los jefes de Estado, tres han sido los presidentes que han afrontado un juicio político y han sido absueltos: Andrew Johnson, en 1868; Bill Clinton, entre 1998 y 1999; y Trump en 2020; mientras que un cuarto mandatario, Richard Nixon, encaró cargos políticos, pero no fue sometido a un «impeachment» ya que renunció en 1974 tras el escándalo del «Watergate».
Nixon dimitió antes de terminar su segundo mandato y después de que el Comité Judicial de la Cámara Baja aprobara tres «artículos de impeachment», pero antes de que el pleno de esa misma cámara votara para imputarlo y abrir un juicio político.
Johnson (1865-1869), Clinton (1993-2001) y Trump (2017-2021) en su primer juicio fueron absueltos de las acusaciones presentadas en su contra.
El caso más controvertido de la edad moderna, el de Clinton, ocurrió a raíz del escándalo sexual de la becaria de la Casa Blanca Monica Lewinsky en 1998, pero logró salir airoso con el voto a favor de su absolución de 55 de los 100 senadores respecto al cargo por perjurio, y obtuvo un empate en el cargo presentado en su contra por obstrucción a la justicia.
Los fiscales apelaron a la ética y la moral de los Republicanos
Durante tres días en el pleno del Senado, donde se desarrolla el juicio político, los «fiscales» proyectaron vídeos grabados el 6 de enero por las cámaras de seguridad del Capitolio que no habían salido a la luz, así como grabaciones también inéditas de las comunicaciones policiales por radio de ese día.
Esos documentos les permitieron reconstruir, paso a paso, el extraordinario ataque, desde el momento en el que varios seguidores de Trump rompieron las ventanas del Capitolio y se colaron en el edificio, justo cuando los congresistas y senadores estaban reunidos para ratificar la victoria electoral del ahora presidente Joe Biden.
Los vídeos de las cámaras de seguridad, combinados con otros grabados por la prensa y los propios asaltantes, mostraron lo cerca que estuvieron los seguidores de Trump del entonces vicepresidente Mike Pence, al que algunos pidieron «ahorcar» por haberse negado a impedir que el Congreso certificara la victoria de Biden.
EL CERCO A PENCE Y A PELOSI
Los vídeos también mostraron cómo el personal de la oficina de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, se atrincheró en un despacho muy poco antes de que la turba llegara a la oficina de esa congresista demócrata.
También proyectaron un vídeo grabado por la cámara adherida al uniforme de un policía, que muestra cómo la multitud le apaleaba mientras estaba en el suelo, y revelaron cómo los agentes desplegados cerca del Capitolio pidieron refuerzos casi media hora antes de que la turba entrara en el edificio.
TRUMP «CONSTRUYÓ ESTA TURBA»
Los «fiscales» argumentaron que, con sus denuncias sin pruebas de fraude electoral, Trump sembró durante semanas las semillas del asalto al Capitolio, y después de provocar la furia de sus votantes, les empujó a actuar, con un discurso ese día en Washington en el que instó a sus seguidores a marchar hacia el Congreso y luchar para no perder su país.
«(Trump) construyó esta turba a lo largo de muchos meses, repitiendo los mismos mensajes hasta que creyeron que les habían robado sus votos, y les incitó para poder utilizarlos para robarse las elecciones», resumió el «fiscal» demócrata Eric Swalwell.
Otro de los «fiscales», el congresista Ted Lieu, alegó que Trump recurrió a la ira de sus seguidores porque «se había quedado sin opciones no violentas para mantenerse en el poder», después de presionar sin éxito a funcionarios en estados clave para que desafiaran el resultado de las elecciones.
LA ACUSACIÓN Y EL JURADO, VÍCTIMAS DEL ATAQUE
Además de por ser el primer juicio político de la historia de Estados Unidos que afecta a un presidente que ya no está en el poder, este proceso es extraordinario porque tanto la acusación -formada por nueve congresistas- como el jurado -integrado por los cien senadores- son además víctimas de los hechos que se examinan.
Eso dio pie a varios momentos emotivos durante el alegato de los «fiscales», y a una de ellas, Madeleine Dean, le tembló la voz al describir el miedo que sintió cuando la turba aporreó las puertas de la Cámara de Representantes.
«Nunca olvidaré ese sonido», confesó Dean.
UNA CONDENA MUY IMPROBABLE
Los responsables de la acusación son conscientes de lo improbable que es que el proceso termine en una condena para Trump, puesto que para ello se necesitaría un mínimo de 67 votos (dos tercios del Senado), y los demócratas solo controlan 50 escaños de la cámara.
Sin esa condena, los demócratas no podrán conseguir su objetivo principal: la inhabilitación de Trump para ejercer cargos políticos en el futuro.
Pese a ese panorama, los «fiscales» dejaron clara la cantidad de pruebas que apuntan a la responsabilidad de Trump en lo sucedido y subrayaron varios puntos que pueden ser especialmente convincentes para los republicanos, como el grave peligro en el que estuvo Pence, un miembro de su partido.
«Después de lo que hemos visto hoy, no sé cómo el presidente Donald Trump podría ser elegido para la Presidencia de nuevo», dijo a los periodistas la senadora republicana Lisa Murkowski, una de las más moderadas y que está pensando en votar para condenar a Trump.
Este viernes la defensa de Trump tendrá -igual que la acusación- un máximo de 16 horas para exponer su caso, y se espera que el juicio político pueda terminar tan pronto como este mismo fin de semana, a no ser que se decida convocar a testigos.
El congresista demócrata Joaquín Castro, el único de origen hispano en el grupo de «fiscales» del juicio político contra el expresidente Donald Trump, aseguró que el ataque contra el Capitolio en Washington «no ocurrió por accidente» y acusó al líder republicano de fraguarlo «durante meses».
Con información de agencias