Washington, EE.UU.– El Senado estadounidense logró aprobar este domingo el ambicioso plan climático, sanitario y fiscal de los demócratas, que contempla inversiones de miles de millones de dólares en energía limpia en los próximos diez años, en una votación en la que hicieron falta todos los votos progresistas de la cámara más el voto de desempate de su presidenta, la vicepresidenta del país, Kamala Harris.
La Ley de Reducción de la Inflación, nombre oficial del proyecto, salió adelante gracias a la disciplina de voto de los senadores demócratas, que aguantaron una sesión maratoniana de más de 20 horas de debate y enmiendas en la que los republicanos trataron de forzar votaciones políticamente difíciles con la intención de echar por tierra el consenso progresista.
«Ha sido un camino largo y difícil, pero por fin estamos al final», dijo triunfal el líder de los demócratas, Chuck Schumer, momentos antes de comenzar la votación.
El proyecto salió adelante a pesar de la aprobación de una de las últimas enmiendas republicanas, dirigida a limitar la recaudación de un impuesto mínimo del 15 % a las compañías que ganan más de mil millones de dólares, gracias al apoyo de la senadora demócrata díscola Kyrsten Sinema, lo que hizo temer por el futuro del acuerdo.
También hubo algunas enmiendas del senador demócrata Bernie Sanders para tratar de escorar algunos de los aspectos climáticos y sanitarios del programa más hacia la izquierda, pero todas fueron rechazadas para mantener el proyecto lo más intacto posible y asegurar así el apoyo de todos los progresistas.
A pesar de la complicada tramitación, el grupo parlamentario logró mantenerse unido y votó al unísono a favor del plan, incluidos los senadores díscolos Sinema y Joe Manchin, cuyo reciente apoyo a la propuesta revivió un plan que se creía muerto hasta hace poco más de una semana.
El proyecto requería el voto afirmativo de todos los representantes progresistas para salir adelante, ya que todos los republicanos estaban en contra.
Actualmente, el Senado se encuentra dividido 50-50 entre progresistas y conservadores, aunque los demócratas tienen el voto de desempate de la vicepresidenta estadounidense, que ejerce de presidenta de la cámara.
La Ley de Reducción de la Inflación contempla más de 400.000 millones de dólares en nuevas inversiones, casi todas centradas en dar un impulso a la industria de la energía verde en el país y a reducir las emisiones de gases contaminantes.
Supondría la mayor inversión pública contra el cambio climático en la historia de Estados Unidos. Sus partidarios estiman que servirá para reducir en un 40 % las emisiones contaminantes del país de aquí a 2030.
Para financiarlo, los demócratas proponen un impuesto mínimo del 15 % a las compañías con beneficios superiores a los mil millones de dólares, y reforzar la agencia de recaudación de impuestos para hacer más difícil evitar pagos, entre otras cosas.
Además, el plan permitiría que Medicare, un programa de cobertura sanitaria para las personas mayores de 65 años, pueda negociar los precios de las medicinas recetadas.
La Casa Blanca espera que esto reduzca los precios de los medicamentos y ayude en parte a reducir las presiones de la elevada inflación, del 9,1 % en junio, además de contribuir a reducir el déficit público.
«Es una legislación para las familias que no pueden llegar a fin de mes, para los ancianos que no pueden pagar sus medicamentos y para los niños con asma», defendió Schumer al introducir la propuesta en la tarde del sábado.
Los republicanos argumentaron, sin embargo, que el plan solo servirá para aumentar la inflación, y que las subidas de impuestos acabarán afectando a las clases medias y trabajadoras más que a las grandes corporaciones.
La Ley de Reducción de la Inflación deberá pasar ahora por la Cámara de Representantes, donde los demócratas tienen una amplia mayoría, antes de aprobarse definitivamente.
La votación de este sábado en el Senado es una gran victoria para Biden y para su partido, a apenas unos meses de que se celebren las elecciones legislativas de noviembre, en las que muchos auguran una pérdida de poder de los progresistas frente a los conservadores.