Más de un centenar de trabajadores agrícolas de Florida se han embarcado en una marcha de cinco días y 50 millas (80 km) de trayecto para demandar el fin de la esclavitud moderna y el acoso sexual en los cultivos de EE. UU., que son aún «el pan de cada día», como dijeron a EFE sus organizadores.
La pequeña localidad de Pahokeee, en el sur de Florida y donde en 2015 se descubrió un caso de inmigrantes víctimas de trabajos forzados, fue el pasado martes el punto de partida de esta marcha organizada por la Coalición de Trabajadores de Immokalee (CIW, por sus siglas en inglés).
La marcha culminará el sábado en Palm Beach, una ciudad de cara al Atlántico que alberga a las familias más pudientes del país, como señala CIW.
Allí, los trabajadores harán una manifestación que contará con la participación de la congresista por Florida Lois Frankel y la activista por los derechos humanos Kerry Kennedy.
«Queremos la eliminación de esclavitud moderna en nuestro sistema de producción de comida», aseveró a EFE el mexicano Lucas Benítez, miembro fundador de CIW.
El eje central de la marcha es el pedido para que tres corporaciones se sumen al Programa de Comida Justa (FFP, por sus siglas en inglés), iniciado en 2011 y que, en conjunto con los empresarios agricultores y los principales minoristas, fija protecciones estándar para los trabajadores agrícolas en Florida y otros estados.
Como explicó Benítez, la marcha «Construye un nuevo mundo» quiere exponer «las dos caras en la agricultura actual», en una de las cuales los trabajadores al amparo de este programa del que participan gigantes del comercio minorista como Walmart y Burger King cuentan con «un pago digno» y ven protegidos sus derechos laborales.
La situación es diferente para aquellos que están fuera de los alcances de este programa, del que forman parte 14 corporaciones y que ha merecido el reconocimiento de parte de las Naciones Unidas y la Casa Blanca por «eliminar los abusos laborales de larga data» en explotaciones agrícolas de unos diez estados.
«El acuerdo ofrece un alivio económico inmediato, asegura la protección de los derechos básicos humanos y la eliminación del acoso sexual contra las mujeres, algo que ocurre a diario y es el pan de cada día para las miles de mujeres que trabajan fuera de esos acuerdos», señaló Benítez.
Los participantes en la marcha dirigen sus reclamos, en concreto a la franquicia de comida rápida Wendy, y a las cadenas de supermercados Publix y Kroger, quienes se rehúsan a adherirse a este programa que ha sido señalado como una de las razones por las que la industria del tomate en Florida haya dejado de ser considerada el «epicentro de la esclavitud moderna».
«Esto no es una disputa laboral, no tenemos ninguna disputa con la industria agrícola», precisó Benítez, quien alerta que «la esclavitud moderna» aumenta en Florida y en el resto del país, tanto en escala como en brutalidad.
COMBATE CONTRA LA ESCLAVITUD MODERNA
La organización CIW se ha referido con motivo de su protesta a la denominada «Operación Cebolla Floreciente» llevada a cabo en Georgia, Texas y Florida, la cual encontró a «más de 71.000 trabajadores involucrados en un plan de trabajo forzado» que generó «más de 200 millones de dólares en ganancias ilegales lavadas a través de un casino de Florida».
De igual forma, en 2022 un juez federal condenó a varios años de prisión y a pagar una indemnización de 175.000 dólares a sus víctimas a Bladimir Moreno, por encabezar una organización criminal que llevó al trabajo forzado a mexicanos llegados a Estados Unidos con una visa especial (H-2A) para trabajar en el sector agrícola.
CIW descubrió y reportó a las autoridades federales este caso, tras acoger a dos trabajadores que escaparon del campamento de Florida en el que se hallaban, rodeado de alambre de púas y ubicado en la pequeña localidad de Pahokee.
Benítez señala que casos como ese recuerdan los riesgos que enfrentan los trabajadores cuando no están al amparo del FFP: «Antes éramos vistos como peones, no como empleados, que es lo que somos».