WASHINGTON— Con el electorado estadounidense tan dividido, habrá elecciones en noviembre lo suficientemente reñidas como para que los funcionarios tengan que volver a contar los votos, pero no espere que esos recuentos cambien al ganador. Rara vez lo hacen, incluso cuando los márgenes son minúsculos.
“El conteo (original) es bastante preciso porque las máquinas funcionan; funcionan muy bien”, dijo Tammy Patrick, exfuncionaria electoral en Arizona quien ahora está con la National Association of Elections Officials (Asociación Nacional de Funcionarios Electorales). “Tenemos recuentos y tenemos auditorías para asegurarnos de que lo hicimos bien”.
Ha habido 36 recuentos en elecciones generales estatales desde el más famoso de Estados Unidos en 2000. Ese año, el republicano George W. Bush mantuvo su ventaja sobre el demócrata Al Gore en Florida —y ganó la presidencia— después de que un recuento fuera detenido por la Corte Suprema.
Desde entonces, sólo tres recuentos estatales dieron como resultado un nuevo ganador, y los tres se decidieron por cientos de votos, no por miles. Eso es según una revisión de The Associated Press de los recuentos estatales que utiliza datos del conteo de sufragios de la AP, las oficinas electorales estatales y la investigación de FairVote (VotoJusto), una organización no partidista que investiga los comicios y aboga por cambios en la forma en que se llevan a cabo las elecciones.
La mayoría de los estados permiten los recuentos cuando el margen entre los principales candidatos cae dentro de un margen específico, por ejemplo, 0,5 puntos porcentuales, incluso cuando eso significa que el número de votos que los separa es en realidad de miles o incluso decenas de miles. Pero no hay precedentes de que un recuento haya cambiado al vencedor en una contienda con márgenes tan grandes, al menos no desde que el Congreso realizó cambios profundos a la ley electoral de Estados Unidos en 2002.
La contienda estatal más reciente anulada por un recuento fue en 2008 en Minnesota. El senador republicano Norm Coleman aventajó al demócrata Al Franken por 215 votos en el escrutinio inicial, de más de 2,9 millones de votos emitidos. Después de un recuento manual, Franken ganó por 225 votos, un cambio de 0,02 puntos porcentuales, o dos centésimas de punto porcentual.
Entre los 36 recuentos estatales desde 2000, el cambio promedio en el margen del ganador, ya sea que aumentara o disminuyera, fue de 0,03 puntos porcentuales. El cambio más grande fue de 0,11 puntos porcentuales en una carrera de participación relativamente baja para auditor de Vermont en 2006. En esa carrera, el republicano en funciones Randy Brock aventajó al demócrata Thomas Salmon por 137 votos después de la cuenta inicial. Un recuento dio vuelta a la contienda y Salmon ganó por 102 votos.
Los recuentos no se limitan a las elecciones generales. Ocurren en las primarias también.
A principios de este año, las primarias del estado de Washington para comisionado de tierras públicas se sometieron a un recuento después de que el escrutinio inicial indicara que el demócrata Dave Upthegrove superaba a la republicana Sue Kuehl Pederson por 51 votos de los más de 1,9 millones de votos contados, cuando competían por el segundo lugar.
Tras el recuento, la ventaja de Upthegrove se redujo en solo dos votos. En el sistema de primarias de Washington, los dos candidatos principales avanzan a las elecciones generales, independientemente de su partido político.
Hay de hecho más recuentos en elecciones de cargos menores que a veces se deciden por un puñado de votos. Pero incluso en estas elecciones con menor participación, los conteos rara vez cambian a los ganadores. “Los recuentos trasladan una cantidad muy pequeña de votos”, dijo Deb Otis, directora de investigación y políticas de FairVote. “Vamos a ver conteos en 2024 que no van a cambiar el resultado”.
Los estados tienen una amplia variedad de leyes respecto a cuándo y cómo se llevan a cabo los recuentos. Muchos estados tienen recuentos automáticos si la diferencia entre los dos candidatos con más votos está dentro de un cierto margen; el más común es de 0,5 puntos porcentuales, pero hay mucha variantes. Algunos estados permiten a los candidatos solicitar recuentos, pero exigen que paguen por ellos, a menos que el vencedor cambie.
Alaska, Montana, Dakota del Sur y Texas exigen recuentos solo si hay un empate exacto, aunque los candidatos en esos estados pueden solicitar un recuento. Carolina del Sur tiene recuentos automáticos si el margen entre los dos candidatos con más votos es del 1% o menos del total de votos emitidos en la contienda.
La AP puede declarar un ganador en una contienda que sea elegible para un recuento si la AP determina que la ventaja es demasiado amplia para que un recuento o una impugnación legal cambie el resultado.
En las primarias para comisionado de Tierras Públicas de Washington, que finalmente se decidió por 49 votos, la AP esperó hasta después del recuento para declarar al vencedor porque el margen era muy estrecho. Pero en casos en que el número de sufragios que separa a los principales candidatos es mayor, por ejemplo, en una carrera estatal donde los candidatos están separados por miles o decenas de miles de votos, la AP puede determinar que no es posible que un recuento revierta el resultado.
Los recuentos estatales casi siempre cambian los resultados por unos pocos votos.
Patrick dijo que eso se debe generalmente a un error humano, ya sea por parte de un trabajador electoral o de los votantes. Por ejemplo, las papeletas de votación en papel a menudo se rechazan porque los votantes no las llenaron correctamente, pero pueden agregarse más tarde al recuento después de una revisión.
Las boletas en papel generalmente requieren que los votantes llenen pequeños óvalos junto al nombre de su candidato elegido, igual que los estudiantes que toman exámenes estandarizados. Las máquinas de tabulación cuentan los votos al buscar una marca en un área muy específica de la papeleta, explicó Patrick. Si los votantes indican su preferencia de alguna otra manera, como al trazar un círculo alrededor del candidato elegido, las máquinas no contarán el voto.
En algunos estados, paneles bipartidistas revisan las papeletas rechazadas para ver si pueden determinar la intención del votante. Otros estados realizan estas revisiones independientemente de si hay recuento o no. Unos estados más solo las hacen si hay recuento. Y algunos más nunca realizan estas revisiones y las boletas simplemente son rechazadas.
Patrick dijo que ha visto papeletas marcadas de muchas maneras diferentes que no fueron reconocidas por las máquinas de tabulación, como votantes que usaron crayones o marcaron sus opciones con un resaltador.
En el recuento de Minnesota, un votante llenó el óvalo para Franken pero también escribió “Lizard People” (Gente Lagarto) en la casilla para votos por escrito. La papeleta fue rechazada.
“Los votantes hacen muchas cosas muy interesantes con sus boletas”, agregó Patrick.