Alberto Fernández
Alberto Fernández, expresidente de Argentina. (Foto: EFE/Archivo)

Buenos Aires, Argentina. –  Hace unos pocos años, en un acto en el que no faltaron los aplausos, los vítores y los discursos grandilocuentes, el señor presidente de la Nación anunció la creación del Ministerio de la Mujer. Sin dudas fue un acto emblemático y lleno de emociones.

Aquel día, entre otras cosas, Alberto Fernández dijo “Me da vergüenza que en nuestra querida república de Argentina, una mujer padezca violencia de género. Es un deber del Estado reducir gráficamente la violencia contra las mujeres hasta su total erradicación. Debemos entender de una vez que eso no puede seguir ocurriendo; nosotros los hombres tenemos que hacer mucho y lo primero que tenemos que hacer es respetar y poner en condiciones de igualdad a cada una de nuestras mujeres. Y les pido por favor que el día que me vean que estoy traicionando lo que les estoy diciendo, salgan a la calle y díganme: Alberto no nos mientas…”

Como si no le hubiera bastado con hacer el peor gobierno de los últimos tiempos, con el correr de los días fueron apareciendo muchos actos de corrupción que fueron aplicados sistemáticamente durante su gestión, y tal vez el más significativo haya sido el arreglo en la contratación de seguros para las empresas del Estado en un aberrante contubernio con uno de los brokers más importantes del país.

Millones de dólares en negocios de unos pocos en comisiones espurias que fueron a parar a las cuentas bancarias de su majestad el presidente y de otros amigos de lo ajeno.

Consultado por la prensa acerca del tema, se limitaron a contestar que “no es tan, así como lo dice el periodismo”

Alberto Fernández, no nos mientas…

Pero tal vez lo que rebasó el vaso que ya estaba medio lleno, fue que en medio de las escuchas por el caso mencionado más arriba, se descubrió toda una trama de violencia de Fernández contra su esposa y madre de su último hijo, Fabiola Yañez.

Hipocresía al máximo poder en una persona que se llenaba la boca hablando de la lucha contra el machismo, mientras que a puertas cerradas de la quinta presidencial donde residía habitualmente, le pegaba asiduamente a su esposa en ataques desenfrenados que fueron dejando evidencias en el rostro y en el cuerpo de Yañez y cuyas fotos fueron apareciendo en los principales medios periodísticos.

Innumerables testigos que habitaban el lugar como empleados de mantenimiento e incluso médicos y otros, fueron testigos de semejantes golpizas y nunca abrieron la boca por “respeto” a la investidura presidencial, que a esa altura estaba manchada con sangre. Todos esos cómplices deberán rendir cuentas a la justicia y no cerrar los ojos ante semejante horror.

Como si fuera la frutilla del postre, también se supo que antes que se promulgara la ley del aborto legal en el país, Fernández había obligado a su mujer a abortar ilegalmente en una situación anterior al nacimiento de Francisco, el hijo actual de ambos.

Basura por donde se la busque…

Alberto Fernández, no nos mientas.

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