Buenos Aires, Argentina– “Debe tenerse en cuenta que no hay cosa más difícil de realizar ni de más dudoso éxito, ni de mayor peligro para manejarla, que el establecimiento de grandes innovaciones, porque el legislador tiene como enemigos a cuantos vivían bien con el régimen anterior y solo encuentra tímidos defensores entre los favorecidos con el nuevo; timidez producida en parte por miedo a los adversarios a quienes son útiles las antiguas leyes y en parte por la natural incredulidad de los hombres, que no se convencen de que una cosa nueva es buena hasta que no lo demuestra la experiencia”
En pleno Renacimiento y durante su confinamiento en San Casciano, Nicolás Maquiavelo escribía El Príncipe e incluía esa cita, que bien podría adaptarse a la situación que está viviendo la República de Chile en estos días.
Es que con casi el 65 % de votos, la mayoría de la ciudadanía optó por rechazar la reforma de la nueva Constitución, que era respaldada por el mismísimo presidente Gabriel Boric quien desconcertado por un resultado que no esperaba dijo que “Esta decisión exige a nuestras instituciones y actores políticos que trabajemos con más empeño, con más diálogo, con más respeto y cariño, hasta arribar a una propuesta que nos interprete a todos, que dé confianza y que nos una como país. Y allí, el maximalismo, la intolerancia y la violencia con quien piensa distinto deben quedar definitivamente a un lado”
Con este contundente rechazo, seguirá vigente la actual Ley Fundamental heredada de la dictadura de Augusto Pinochet y reformada parcialmente en democracia, aunque Boric ya anunció que convocará a un nuevo proceso constituyente y que se cumplirá con el mandato del plebiscito de octubre de 2020 en el que casi el 80% de los chilenos pidió un cambio de constitución. Al efecto y cuando nada hacía presagiar lo que iba a pasar y contrariamente a lo pensado, el oficialismo y la oposición, salvo uno de los partidos de extrema derecha, se reunieron y trazaron los primeros acuerdos para el cometido de Boric. Así lo anunció el presidente de la Cámara de Diputados, Raúl Soto, manifestando que los líderes partidarios acordaron que un segundo texto escrito por un órgano 100% electo paritario y que será acompañado por un comité de expertos
Es paradójico, que donde hubo mayor cantidad de votos a favor, fue en el extranjero, como si hubiera dos realidades entre los que viven afuera y los que viven en el país. Por eso no sorprendieron las declaraciones de los partidarios de la propuesta ganadora que entre otras cosas decían que “Chile es un país que rechaza el comunismo, el marxismo, el intento del comunismo de apoderarse del poder y, que el país necesita un cambio, pero no necesita comunismo y eso es lo que la nueva Constitución estaba tratando; estaba creando desigualdad y división en Chile” coincidieron en afirmarlo mientras se manifestaban por las calles de un Santiago convulsionado.