Inmediatamente después de que Taiwán fuera sacudida por un poderoso terremoto de categoría 7,4, el régimen de Xi Jinping envió decenas de aviones de combate y barcos de guerra para rodear la isla, que fue evaluado como el mayor despliegue de fuerza este año.
En lugar de ofrecer ayuda humanitaria, el régimen comunista chino lo que hizo fue “enseñar sus dientes” y amenazar con aprovecharse de la devastación y la tragedia que vive el pueblo taiwanés. La acción de China ha causado consternación en el mundo occidental, pero no en las naciones que han padecido el odioso sistema comunista.
A pesar de la fuerza del sismo, que golpeó a la hora en que los taiwaneses salían rumbo a sus trabajos, las entidades encargadas actuaron con una velocidad y eficiencia excepcionales. Antes de que transcurriera una hora, el gobierno de la ciudad más próxima al área devastada, Kaohsiung, ya había movilizado equipos de rescate.
La eficiencia demostró que Taiwán está prepara para enfrentar situaciones de caos extremo. El sistema de movilización ante emergencias naturales es el mismo que se usaría en caso de una agresión militar de Pekín. Las autoridades taiwanesas han mostrado al régimen chino que están preparados para enfrentar, eficiente y rápidamente, una agresión militar.
El tema de Taiwán se ha ido calentando entre Estados Unidos y China, después que, en junio del año pasado, el presidente Joe Biden se refiriera a Xi Jinping como dictador. Poco después, en noviembre, Biden volvió a repetirlo cuando sostuvieron conversaciones sobre Taiwán.
En repetidas ocasiones, el presidente norteamericano ha expresado que Estados Unidos intervendría si China invade a Taiwán.
La agresividad militar china se ha ido extendiendo también a otras zonas de Asia. El 23 de marzo pasado, guardacostas de China atacaron con cañones de agua un barco de Filipinas que llevó provisiones a una pequeña isla, identificada como Second Thomas Shoal, muy cercana a sus costas. Varios miembros de la tripulación filipina resultaron heridos.
El régimen reclama la soberanía sobre casi la totalidad del Mar de China Meridional, que incluye aguas económicas exclusivas de Filipinas, Vietnam, Malasia, Brunéi e Indonesia. Para justificar su reclamo, Pekín fabricó varias islas trayendo rocas de otras áreas. Además, Xi Jinping continúa ignorando la decisión de la Corte de Arbitraje Permanente de La Haya, que el 12 de julio de 2016 desechó las pretensiones y reclamos chinos sobre ese Mar.
Otra nación asiática alarmada es Japón. Las autoridades niponas han incrementado el despliegue de unidades militares en sus islas del suroeste. Para no dejar dudas sobre su decisión de defensa, Japón ha adquirido de Estados Unidos 400 misiles crucero Tomahawk, para instalarlos en sus barcos destructores. Como medida de precaución, Tokio ha intensificado su preparación defensiva para un potencial conflicto armado.
Dentro del cada vez más complicado y peligroso esquema de agresividad del régimen chino, otro país que también ha mostrado preocupación es la India. En el pasado ha habido enfrentamientos armados en la frontera común y las autoridades indias han tenido también que elevar su preparación armada ante la posibilidad de un conflicto con su vecino.
* Luis Zúñiga es analista político y exdiplomático.