Estamos a cinco días de las elecciones presidenciales del 2020 nos encontramos en la recta final de las campañas de ambos partidos. Alrededor de 70 millones se electores ya han ejercido el voto a nivel nacional, y esto constituye un récord histórico. Teniendo en cuenta que en los Estados Unidos de América la participación electoral sólo suele alcanzar un 50 por ciento, podríamos decir que esa alta cantidad de votos por correo es el augurio de una participación electoral sin precedentes. Ojalá y así sean considerando que EE. UU. es uno de los países en el mundo de menor participación electoral.
A pesar de la apatía y confusión que el votante promedio expresa sobre el sistema electoral –lo cual, a mi entender, es resultado del pobre acercamiento de ambos partidos a nuestras comunidades–, se espera que el voto latino tenga una repercusión importante en estas elecciones del 2020. En mis actividades de inscripción, que terminaron el pasado 19 de octubre, me encontré con una gran cantidad de personas que no encuentran razones para votar, pues no ven la diferencia entre un candidato y el otro. También les he escuchado decir que se sienten dejadas de lado. “Parece que nosotros no estamos en su lista de gente importante”, me comentaba Marcela, una madre soltera con tres hijos. ¿Qué podría incentivar a los que se sienten desconectados y marginados del proceso electoral para que participen y ejerzan su derecho al voto?
Uno de los problemas que tenemos los seres humanos es ver el mundo desde las limitaciones de nuestras circunstancias. Como latinos no nos damos cuenta de la importancia de ser la quinta parte de la población estadounidense. Según datos del PEW (más de 60 millones); el 79 por ciento somos ciudadanos y, de esos, un 33 por ciento son naturalizados. Esto implica que nuestra contribución al devenir económico y político de esta nación es significativa.
Entre 2010 y 2017, nuestro Producto Interno Bruto (PIB) creció un 28 por ciento más rápido que el resto de los sectores demográficos de la economía estadounidense. Esto equivale a una contribución de $2.3 trillones en 2017. Ese crecimiento se debió en gran parte al aumento de los ingresos, y del consumo entre los latinos que ingresaron a la fuerza laboral, así como a la formación de nuevos hogares. Nuestro crecimiento poblacional es seis veces mayor que el del resto de la población estadounidense. Desde la crisis financiera, los latinos hemos sido responsables del 82% del crecimiento de la fuerza laboral del país, a pesar de que solo somos el 18% de la población general según el Centro de Investigación y Pronósticos Económicos de la Universidad Luterana de California. La Oficina del Censo estima que para el 2060 otros 30 millones de latinos habrán ingresado a la fuerza laboral, mientras que la fuerza de trabajo no latina ira disminuyendo, debido a que hay más personas irán jubilándose mientras otras comenzarán sus carreras. En lo educacional, nos dice el mismo informe que la cantidad de latinos con al menos una licenciatura, aumentó en un 51 por ciento del 2010 al 2017, mientras que la población no latina con educación creció en un 21 por ciento.
En lo político, hemos logrado un impacto impresionante. Tomemos el caso de Georgia, un estado tradicionalmente conservador, y de aquellos donde la población latina creció más (118.8%). La candidata demócrata a la gobernación (Stacy Adams) obtuvo el 62 por ciento del voto latino. Perdió por el fino margen de 1.4 por ciento del voto total. Similar situación la vimos en Texas, donde Beto O’Rourke casi destrona al senador republicano Ted Cruz por el estrecho margen de 2.6 por ciento. En Arizona, la candidata demócrata Kyrsten Sienna le arrancó el asiento senatorial a la republicana Martha McSally. En estos estados los latinos fueron el impacto mayor de esas elecciones. Lo mismo ocurrió en Nevada y Nuevo México, donde también los demócratas ganaron los escaños senatoriales. Ambos estados tienen una sólida población latina; 29.24 por ciento y 49.26 por ciento, respectivamente.
Estas son solo algunas de las razones por las que nos urge ir a las urnas y votar. Somos una comunidad con un potencial impresionante y próspero. Quedarnos en casa no puede ser una opción. Tenemos que cambiar visión y vernos, no como individuos aislados en nuestros propios barrios, sino como una poderosa comunidad latina, con un futuro próspero para esta nación y para nuestras generaciones. Estas elecciones son las más importantes del siglo 21 hasta ahora, por lo que personas como tú tienen que levantarse temprano y salir a votar. No me cabe la menor duda de que la participación electoral del 2020 dejará una indeleble huella en la psiquis colectiva de nuestras comunidades. Que un día puedas contarle a tus hijos y nietos que tu voto contó.