Fotografía proporcionada por la organización WJLA que muestra a familias de migrantes subiendo a un autobús para transportarlos desde los alrededores de la residencia de la vicepresidenta de EE. UU. Kamala Harris a una iglesia del área después de haber llegado a Washington, D.C., la noche del sábado 24 de diciembre de 2022. (Foto: AP/WJL)

Me gustó que tantos estadounidenses se sorprendieran de que el gobernador de Texas enviara nuevamente autobuses llenos de inmigrantes a la residencia de la vicepresidenta Kamala Harris. Lo hizo de una manera cruel, sin notificarles para poder brindar asistencia. Estos inmigrantes indefensos fueron arrojados al frío en la víspera de Navidad; esa noche histórica cuando María y José buscaban alojamiento para que Jesús pudiera nacer en un lugar seguro y cálido.

Estos inmigrantes, como José y María, no tenían tarjetas de crédito, ni dinero, ni alojamiento; y se les negó una habitación en las posadas.

Finalmente, a José y María se les ofreció un lugar en un granero y Jesús nació en un establo.

El gobernador Abbott da alarde de sus acciones, enviando a inmigrantes en autobuses a las ciudades llamadas santuario, entre ellas Filadelfia, en donde también en plena Navidad, recibieron a quien busca refugio; algunos llegan en sandalias, otros sin ropa de invierno.

Mientras tanto Abbott probablemente estaba celebrando el nacimiento de Jesús, en algún servicio cristiano.

La responsabilidad del ministro de esa iglesia debería haber sido cuestionar desde el púlpito, el tratamiento a los inmigrantes de Abbott. En especial cuando era precisamente Nochebuena. Y también, recordar a los feligreses lo que los cristianos deben hacer para recibir al extranjero como se describe en la Biblia.

¿Qué pasaría si nuevamente José con María embarazada estuvieran en el largo viaje en autobús desde Texas? Y si entonces, el pequeño Jesús naciera en un albergue en Washington DC, ¿dirían que el niño Jesús estaba siendo usado como un “divino niño ancla”?

Es una gran contradicción moral y política que tantos políticos que dicen creer en Cristo, no respeten los derechos humanos de un pueblo desesperado. Este abuso es horrible y debemos recordarles sus contradicciones.

Los límites legales y las políticas que existen hoy en día en el Medio Oriente habrían impedido que José y María llegaran a Belén.

Si bien, me han enseñado a ser un hombre no violento y a perdonar los actos horribles de quienes me rodean, no está claro qué debo hacer para evitar que ciertos actos racistas se repitan una y otra vez. Mientras tanto, saldré al encuentro de los demás practicando el amor y la compasión; después de todo, creo que el amor es más fuerte que el odio.

El sueño americano que abrazo incluye a tantas personas que son tan diferentes y tan especiales… abarca a aquellos que me aman y a aquellos que no están de acuerdo conmigo ni con mis creencias; pero yo protegeré los derechos humanos de todos y en el proceso me aseguraré de que los míos también sean protegidos.

Pero cuando el gobernador Abbott y otros continúan fomentando el miedo y el odio hacia los inmigrantes, y hacen una acción como está especialmente en un día santo, es algo totalmente inaceptable, y por eso le preguntaría a él y a sus seguidores: ¿es que no tienen vergüenza?

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