Buenos Aires, Argentina- A días de haber pasado las elecciones primarias, los ciudadanos argentinos tienen un motivo más para estar convulsionados. El triunfo contundente e inesperado del libertario Javier Milei, ha revolucionado el espectro político y lo ha llevado a vivir una situación que promete cambiar la vida de muchos.
Si bien ninguna encuesta había pronosticado el posible resultado, el malestar generalizado por la situación política y económica del país, avizoraban un final del ciclo populista encabezado por el presidente Alberto Fernández y su vice, la señora Cristina Fernández de Kirchner. Ahora, con las cartas sobre la mesa, se multiplican las cuestiones y el futuro del país.
La profundización de la crisis que vive la Argentina de los últimos tiempos, se vio incrementada (elecciones mediante) por una nueva devaluación, esta vez de un 25 por ciento; con una suba inusitada del dólar que llegó a cotizar a 780 pesos por cada billete estadounidense; por el anuncio de la inflación anual que se ubicó tercera a nivel mundial detrás de Venezuela y Zimbabue, y por ende en el incremento indiscriminada de precios, en desabastecimiento por parte de las grandes empresas, por una desenfrenada carrera por llegar a las estanterías para poder agarrar el último paquete de lo que sea.
Los combustibles, las medicinas prepagas, los colegios privados, los servicios esenciales como gas, agua y electricidad también subieron por el ascensor de las tarifas, mientras que el pueblo apenas puede subir por las escaleras rotas y desvencijadas.
De hecho, hay una sentencia muy común en estos días que dice “Quedémonos tranquilos que no todo aumenta, por ejemplo, los sueldos y las jubilaciones no lo hacen. Mal de muchos, consuelo de tontos”.
Con este panorama desalentador, los candidatos a las elecciones generales empezaron a trabajar sobre la posibilidad de lograr alguna alianza que les permita ganar y convertirse en la fuerza mayoritaria de los próximos cuatro años.
Si bien se pensaba que el poderío de Milei iba a decrecer después de ciertos anuncios sobre las medidas a tomar en su hipotético triunfo, como la eliminación de ciertos ministerios o la dolarización de la moneda; y su comparación con la política de Donald Trump y hasta del mismísimo Jair Bolsonaro, pero por el contrario, las primeras encuestas lo dan como firme candidato aumentando incluso la diferencia con los otros partidos con posibilidades de gobernar, como Juntos por el cambio con Patricia Bulrrich a la cabeza y el actual oficialismo con el desdibujado actual ministro de Economía Sergio Massa.
Tanto se habla de esto que el Fondo Monetario Internacional que es partícipe necesario en la política argentina, ya tuvo reuniones virtuales con el candidato de La Libertad Avanza y ofrecieron sus servicios para involucrarse dentro de sus ideas y esas cosas que el FMI le gusta hacer con los países en crisis, aunque de acuerdo con lo anunciado públicamente, la economía no va a andar por esos carriles.
Así las cosas, cada día que pasa el abanico se abre más y será el 10 de octubre cuando el pueblo decidirá con su voto qué es lo que quiere para el país.