Que Estados Unidos representa el baluarte mundial de la democracia y la paz es un hecho innegable. Y que Estados Unidos está siendo desafiado como nunca antes, es también indiscutible. Ese desafío significa un serio peligro para el mundo libre y democrático. Si pierde el liderazgo mundial, nada podrá impedir que las fuerzas totalitarias impongan su control.
Las dos fuerzas desestabilizadoras son China y Rusia. China, bajo el mandato absoluto de Xi Jinping, ya no oculta sus intenciones hegemónicas globales. El desafío de China ya desbordó las finanzas y la economía, para entrar en los peligrosos campos militares, espaciales y nucleares. Ya no busca competir con EEUU, sino derrotarlo. La evidencia más clara de sus intenciones es que el aumento de sus gastos militares ya supera su expectativa de crecimiento económico: un 7,1%, frente a un 5,5%.
En este momento, las fuerzas armadas chinas están involucradas en una desenfrenada carrera, desarrollando cabezas nucleares y silos de misiles intercontinentales; probando misiles hipersónicos, aviones de combate indetectables por radares, portaaviones y naves anfibias. El gasto billonario que la escalada militar implica, no enfrenta oposición ni cuestionamiento de otras instancias del poder en China.
Por otra parte, el enfrentamiento de Putin contra EEUU tiene un matiz diferente, enfocado en el hackeo cibernético, en la interferencia en las elecciones y en el socavamiento de las instituciones legislativas norteamericanas.
Las intenciones hegemónicas de Putin no llegan a las globales de China, sino que se limitan, por ahora, a lo que considera sus áreas de influencia y seguridad. No están definidas, pero podrían incluir la mayoría de las repúblicas que formaron parte de la extinta Unión Soviética.
Empezó con Georgia, siguió con Crimea y ahora con toda Ucrania. Ha ido probando fuerza ante Europa y EEUU. En cuanto se le cuestionó la legalidad de su invasión a Ucrania, inmediatamente lanzó la amenaza de usar sus armas nucleares. Ahí está el gran peligro de Rusia.
El pasado 4 de febrero, Xi y Putin anunciaron “una alianza sin límites ni excepciones”. El ministro de Exteriores chino, Wang Yi, la ha calificado como “la alianza estratégica más importante para China”.
En una extensa declaración, Xi y Putin expusieron los respaldos mutuos a sus intereses hegemónicos individuales e inmediatos: se oponen a la expansión de la OTAN y a lo que calificaron como “enfoque ideologizado de Guerra Fría”. Ambos expusieron su reconocimiento de Taiwán como parte integral de China.
El desafío ya es un hecho. Es el peligro más grande que ha tenido el mundo libre desde la Segunda Guerra Mundial, solo que ahora es más grave, porque los enemigos tienen armas nucleares que pueden convertir el mundo en un paisaje desolado. La alternativa que plantean es la rendición.
Queda, del lado de EEUU y la OTAN, asumir el desafío con la fuerza y la decisión que reclama el momento. Un gran líder mundial, Winston Churchill, dijo: “El que se arrodilla para conseguir la paz, se queda con la humillación y con la guerra”. La gran lección de la Segunda Guerra Mundial fue precisamente esa.
* El autor es analista político y exdiplomático.