(Foto: Ilustrativa/Alexandr Podvalny/Pexels)

Buenos Aires, Argentina – En un hecho sin precedentes, la Asamblea Mundial de la Cordura, determinó que la única manera de salvar al mundo de las atrocidades de los “grandes”, sería nombrar gabinetes de gobierno conformados solamente por niños. Las condiciones serían iguales en todos los países y la cantidad de integrantes no debería ser superior a la del de mayor edad. O sea que, si el mayor tiene 12 años, los componentes y las secretarías serían doce, seis niñas y seis niños.

En los fundamentos, se explica claramente que no es necesario crear más dependencias que integrantes del gabinete. Los grandes, ya demostraron que tener cientos de puestos, no garantiza para nada la efectividad del gobierno y que también está comprobado que secretarios, asesores, amigos del poder, beneficiados de los negocios del Estado y esas minucias, son puestos innecesarios y hasta acumuladores de suciedad.

Los niños –dice el decreto de conformación–, son los únicos que piensan realmente en los demás y se preocupan en hacer las cosas sin maldad. Toman decisiones importantes, por ejemplo, ¿quién de los compañeritos irá al arco en el partido de fútbol contra los enemigos de siempre?; a ellos no les interesa que cuatro o cinco manejen la plata del mundo, ni que se gasten millones de dólares en material bélico que se usará para matar a unos y a otros, participen o no de las guerras.

Los niños evitarían esos gastos e invertirían en caramelos surtidos de fruta, y los repartirían en las salidas del metro, de los estadios, o en cualquier otro lugar que necesite que la dulzura apague la ceguera. Además, con la plata que se ahorrarían en armamentos, comprarían libros de cuentos con moralejas para repartir entre las personas mayores que nunca hayan leído uno o que, cuando los leyeron, no entendieron nada.

El presidente tendría superpoderes para determinar cuál de sus funcionarios sería el encargado de organizar las fiestas de cumpleaños de todos los niños de la humanidad, y de que los padres se preocuparan únicamente por trabajar dignamente y sin robar la plata con la excusa de: “lo hice por mi hijo”.

El ministro de Economía repartiría una hoja entre todos los que pasaron por tantos gobiernos y les plantearía un problema sencillo –pero que igual puede crear cierta preocupación en algunos, por no decir todos–. Sería una ecuación, donde tendrían que explicar ¿por qué si cuando asumió el poder no tenía un peso para tomar un colectivo, ahora a cuatro años de su gobierno, tiene en su haber tres casas, cinco autos, un avión privado y otras tantas propiedades de origen oscura?

Como ejemplo presentaría su Declaración Jurada en la que habría declarado “dos pantalones, una largo y uno corto, algunas camisetas, dos suéteres, una caja con 17 canicas, un juego de mesa, un rompecabezas –al que le faltan dos piezas–, y un trompo que despide rayos de luz”.

El niño que maneje la Salud tendría facultades para hacer dos filas de vacunas e ir inoculando a todos los demás pequeños que seguramente accederían sin problema a hacerlo, ya que todos sabemos que son los grandes los que tienen caprichos y se creen superhéroes.

No es difícil gobernar un país, solamente hay que verlo desde los ojos de un chaval.

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