La experiencia navideña, que año tras año la mayoría festeja con cánticos, regalos, coloridos adornos, reuniones familiares y culinaria especial, son tradiciones culturales que hemos heredado de nuestros padres. Nada de malo hay con eso, al contrario, son momentos donde nos reconectamos con amigos y familiares e, incluso, algunos aprovechan para compensar errores pasados y reconciliarse. Se siente una especial particularidad en el aire navideño. Los olores de platos tradicionales y los licores de la época nos traen hermosas nostalgias que nos avivan el espíritu de celebración. Como dice la canción anglosajona, “It is the most wonderful time of the year”, (‘es la más bella época del año’).
Sin embargo, la historia que registra la Biblia sobre la Navidad no es una tradición, sino una propuesta que sugiere las pautas para un mejor convivir entre los seres humanos.
Lucas, discípulo de Pablo y médico de profesión, es considerado el primer historiador del cristianismo. Fue quien, con mayor diligencia y orden, narra esta historia de la Navidad con valiosos detalles. Parece que Lucas, por su formación académica, decide ir a las fuentes originales de los hechos: José y María, los pastores, Zacarías y Elizabeth (parienta de María y padres de Juan el Bautista). Así, en los capítulos 1 y 2 de su narrativa, nos deja un documento de tal valor histórico, que ha estado dando la vuelta al mundo por los últimos 2000 años y ha marcado la cultura e identidad de casi todos los pueblos del planeta.
En esos dos capítulos, Lucas entrelaza la historia y contexto de dos familias, Elizabeth-Zacarías y María-José. También, en esos dos capítulos nos deja lo que inspira este comentario; es decir, la Navidad como propuesta. El Arcángel Gabriel hace dos visitas, una a Zacarías, mientras hacía sus funciones sacerdotales, y la otra a María, mientras esperaba a casarse con José. Ambas visitas son prodigiosas. A Zacarías, Gabriel le anuncia un hijo inesperado (Zacarías ya era demasiado viejo para soñar con tener un hijo), y que será un profeta del mismo calibre de Elías. Tener hijos en avanzada edad no era sorpresa para el mundo bíblico, ni tampoco imposible en el nuestro. En la India, en 2008, una abuela a los 70 años dio a luz mellizos, y en 2016, en España, se registró el parto de una mujer que dio a luz gemelos a los 66 años. Pero en el caso de María el asunto es peliagudo. María era soltera y estaba comprometida, y su embarazo ocurre antes de consumar el matrimonio con José, lo cual la pone en alto riesgo de ser juzgada por las rigurosas y, a menudo, letales leyes religiosas de la comunidad judía de entonces. Podía ser sentenciada a morir apedreada por infidelidad y fornicación. Un caso como el de María es único en la narrativa bíblica, así como en la experiencia moderna.
Entonces, ¿cuál es esa propuesta? Lo primero que salta a la vista es que no es una propuesta religiosa ni proselitista, sino una propuesta para vivir en relación sana con el Creador y entre los unos y los otros. Una propuesta que se origina en las regiones celestiales y que responde al sentir humano por una vida funcional y de paz. Dios se revela a sí mismo, no es invitado, pero como Creador y Padre llega, conversa y propone. Escoge gente simple, justa y humilde de corazón. Parece que a Dios le atrae este tipo de gente y, como consecuencia, les favorece. Su propuesta es una promesa que, en las postrimerías* de la creación, allá en el Jardín del Edén, ya había anunciado a pesar de la desobediencia humana. Ahora Dios, en el cumplimiento de la promesa, engendra un hijo en una virgen sin la participación del varón.
En el Edén, Dios toma al varón para formar la varona, pero ahora Dios toma a la mujer y deja por fuera al hombre para engendrar a su Hijo, que nacerá rey y su reino será eterno.
Técnicamente, Dios transfiere su “ADN” al ADN de María y ahí tenemos el hombre perfecto, cuya preocupación no será su bienestar sino el bienestar de la humanidad. Dios el Padre pone en evidencia a Jesús como el modelo para la paz y el bien común. Ese Hombre-Rey viene no para juzgar, sino para perdonar, para establecer una amistad íntima con los seres humanos. Ahí está la propuesta. “Les dejo a mi hijo como modelo para que vivan en radical paz, les dejo la humilde actitud de María como modelo de servicio, les dejo la actitud de honor de José para que sepan cómo honrar el amor de sus cónyuges”.
Por eso, Navidad, más que tradiciones, luces y canciones, es una propuesta divina para que nos juntemos al son de las canciones, bajo el esplendor de las luces y al tenor de la tradición, y hagamos de este mundo un resplandor del cielo. ¡Feliz Navidad Filadelfia!
*Postrimerías: En la tteología lo que aguarda a las personas al término de sus días.