La procuradora de Pensilvania, Michelle Henry. (Foto: AP/Matt Slocum)

Pensilvania es uno de los pocos estados que con el paso de los años logró borrar el rastro de la existencia de grupos nativo-americanos.

La trama de la historia escrita en prosa nos indica que por allá del año 1737 los descendientes de William Penn reinterpretaron algunos tratados que el mismo tenía con la tribu lenni-lenape, para así poder enviar a sus inquilinos a “un día y medio de camino a pie desde la ciudad” que era la unidad de medición usada en esa época.

Actualmente de Weccacoe en Filadelfia sólo nos queda un pequeño parque bordeado por las calles Queen y Catherine, el cuál es también testigo desafortunado de una paradoja histórica al erigirse sobre un antiguo cementerio afroamericano, muy probablemente material para otra columna.

Este contexto sirve como prefacio para adentrarnos a la situación que vive actualmente el mercado inmobiliario residencial en la ciudad de Filadelfia. (Del comercial mejor ni hablar) específicamente la siempre complicada y tensa relación entre arrendadores y arrendatarios.

Recientemente la oficina de la fiscalía general del estado de Pensilvania, Michelle Henry, ha tomado medidas legales contra dueños, compañías y administradores inmobiliarios en Filadelfia, al considerar que algunas de sus prácticas violan múltiples lineamientos, e impiden la garantía de condiciones básicas de vivienda.

Uno de los ejes centrales de la disputa, se basa en el uso frecuente de prácticas intimidatorias por parte de los arrendatarios, a través del cese de contratos y la imposición de multas, a manera de castigo por las mismas querellas presentadas; metodologías que he atestiguado una y otra vez, en relación con los casos asociados con el programa de prevención a los desalojos implementado por la Ciudad de Filadelfia.

Es bien sabido que aquellos que ignoran u olvidan la historia están condenados a repetirla, y en una época en la que los terratenientes no pueden enviar a sus inquilinos “a un día y medio de distancia caminando” estos siguen encontrando maneras creativas para disuadir el clamor a través del uso de la fuerza (burocrática) desmedida.

El capítulo más reciente de esta trama presenta ya una clara oportunidad para diseccionar las relaciones entre opresores y oprimidos, o al menos rectificar su curso a través de la mediación.

La próxima administración de la Ciudad, tiene sobre la mesa una clara opción para enviar un mensaje que seguramente resonará más allá de las fronteras de Pensilvania, para bien o para mal.

* Abraham Reyes Pardo es director de vivienda de Urban League of Philadelphia.

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