En la cultura mexicana, el 2 de noviembre conmemora lo que llamamos Día de los Muertos. Que es una oportunidad para recordar y honrar a nuestra familia y amigos que han muerto, visitando y limpiando sus tumbas o construyendo altares con sus fotos y otros elementos de sus vidas.
Es una manera maravillosa de honrar a nuestros seres queridos y conectarnos espiritualmente con ellos y reflexionar sobre nuestras propias vidas y lo que debemos hacer para recordar también a los vivos.
Después de sufrir la terrible cantidad de muertes y vidas arruinadas por este terrible contagio del COVID-19, vemos de nuevo a algunas de las personas que empeoran su situación debido a su ignorancia, a las tajas políticas y a las mentiras.
Quizás podamos convertir esta conmemoración en “La Noche de los Tontos o La Noche de la Gran Mentira”
Hemos perdido muchas vidas que podríamos haber salvado desde enero de 2020 al usar la mascarilla, mantener la distancia social y desde que estuvo disponible, aplicándonos la vacuna.
Políticos, algunos medios de comunicación, líderes religiosos y otros más, nos han mentido. Nos dijeron que desaparecería tan pronto, como en la Semana Santa del 2020. Se llegó a decir de la utilidad de remedios caseros como el mismo Clorox, y ahora se habla de un medicamento antiparasitario destinado a caballos y vacas.
Algunos han difundido rumores sobre lo que las tres vacunas autorizadas actuales le harían a su cuerpo, incluida la esterilización, o le insertarían un chip para controlarlo, o que era una estratagema político para enriquecer a algunos.
En el proceso, debido a esta oposición bien organizada, hemos permitido que la pandemia continue, y que sus rapaces variantes se lleve la vida de muchos más en los recientes meses.
Creo que podríamos construir torres de arrepentimiento con las imágenes de estos individuos tontos, mentirosos y engañosos, con sus famosas citas que restaron importancia y engañaron a los ciudadanos y permitieron que muchos más fueran asesinados y otros seriamente dañados físicamente y quebraron a tantos. Deben desarrollarse vallas publicitarias y anuncios en Internet para que todos sepan quién permitió que el virus se propagara y ahora también se afecte a los jóvenes.
Sí, necesitamos designar una “Noche de los tontos y mentirosos”. Y quizás los colores deberían ser rojo y negro. Rojo por el dolor y la muerte causados y negro por la oscuridad y el final de la vida tal como la conocemos.
En este momento, estamos en camino de llegar a 700.000 en Estados Unidos, y superamos los cinco millones a nivel mundial que murieron a causa de COVID y millones más sufrirán efectos debilitantes a largo plazo.
Irónicamente, cuando estos antivacunas terminan en una sala de cuidados intensivos en algún hospital desgastado, no cuestionan los procedimientos y medicamentos que administra el personal con exceso de trabajo, agotado física y emocionalmente. Ellos y sus seres queridos permiten que se use cualquier cosa que pueda salvarles la vida. No protestan por estos procedimientos médicos como protestaron por la vacuna.
Podríamos haber salvado al menos a la mitad o más de los que hemos perdido, si hubiéramos escuchado a la ciencia y no las tonterías de los individuos mentirosos y tontos que continúan engañando a parte de la gente que se ha dejado manipular por ellos.
Cada vida es preciosa y no debemos aceptar la inacción de nuestros líderes políticos. Cada hora mueren los seres queridos de alguien que podría salvarse. Hay que exigir un buen liderazgo y buenas decisiones basadas en la ciencia.