En un reciente estudio encargado por el Instituto para el Periodismo de Lenfest, se encontró que la mayoría de los que respondieron a esa encuesta, creen que la ciudad va por el rumbo equivocado; y que el problema que más preocupa a los filadelfios es el crimen y la seguridad en las calles. Casi el 90% de los encuestados lo mencionaron como su máxima prioridad. Y es que 2 de cada 3 dicen haber escuchado balazos en su vecindario en los pasados 12 meses.
Los resultados eran de esperarse. Filadelfia se ha posicionado en los últimos años como la ciudad número uno en violencia callejera entre las 10 más grandes de Estados Unidos, con un promedio superior a los 900 crímenes por cada 100.000 habitantes en los últimos 5 años. Tan solo en 2021, Filadelfia llegó a la increíble cifra de 562 homicidios, superando el récord histórico anual que se mantenía desde 1990. El 2022 registró un leve descenso al contarse 516 homicidios. De estos, cerca del 80% de las víctimas eran negros, la mitad eran jóvenes entre 18 y 30 años y 30 de ellos eran niños.
Esta semana un joven de 15 años fue acribillado por tres pistoleros a medio día, convirtiéndose en el alumno asesinado número 17, en lo que va del curso escolar. Periodo en el cual 78 estudiantes más fueron heridos de bala.
La discusión sobre las causas de la violencia en los Estados Unidos y las posibles estrategias para combatirla ha llenado miles de páginas en estudios y discusiones, y ha costado miles de millones a los presupuestos locales y al federal. En algunas ciudades las han estudiado más y han logrado ser más exitosas. En Filadelfia, los esfuerzos se han orientado mayormente a aumentar el presupuesto de la policía, y de los organismos de vigilancia; pero la percepción sigue siendo que no es ni suficiente, ni efectiva. En otras ciudades han probado a fortalecer las organizaciones comunitarias que tienen contacto permanente con la realidad de la violencia y que pueden abordar el problema desde dentro.
Hay resultados que arrojan que afrontar la violencia desde la visión de mayor presencia policial, es atacar el problema por el follaje y no por la raíz. Los tiroteos y las muertes son solo el síntoma de una enfermedad con raíces más profundas. La violencia se origina en muchas causas, que no son difíciles de perfilar, pero sí muy complicadas de enfrentar.
Entre ellas se cuentan la pobreza, incluida una educación deficiente, que limita el acceso de muchos menores a una buena base de enseñanza, incluida la educación emocional. Es una larga lista en la que se enumeran la falta de arraigo y pertenencia que afecta directo a la identidad de hijos de muchos inmigrantes de primera generación; la inequidad de oportunidades que golpea a grupos racializados como los negros y los latinos; la orientación a la “ludopatía”, –la diversión como el único fin de la vida–, a la búsqueda del “éxito”, la fama y el dinero por caminos inmediatos y fáciles; aunada a la acción nefasta del crimen organizado, que siembra adicción, esclavitud y venganza; y quizás la más significativa, el ataque y el abandono de la familia nuclear, que ha sido durante siglos el espacio privilegiado para enseñar a los hijos los valores de la integridad, el respeto, la austeridad, el trabajo duro, la generosidad, la pertenencia comunitaria y la solidaridad de grupo y de nación.
Por eso, es necesario invertir con contundencia en los programas de involucramiento comunitario contra la violencia que han dado resultados positivos en algunas ciudades, como el CeaseFire 365, que ha mejorado los índices en Baltimore, o el READI Chicago, que perfila a los jóvenes proclives a la violencia y les ofrece entrenamiento laboral y otros apoyos para alejarlos de los conflictos.
También ha dado resultados en otros países el apoyo integral a las madres en condición de vulnerabilidad. Hacen falta ayudas prácticas y más recursos financieros para esas mujeres, muchas de ellas madres solteras. Se sabe que la ausencia del padre tiene un alto costo reflejado en las estadísticas del círculo de la delincuencia. Para la web
El alto costo de la ausencia del Padre | Impacto (impactomedia.com)
Sí, el panorama es desalentador para el próximo gobierno, pero la tarea no es solo de ese sector. Se dice que cada pueblo tiene el gobierno que se merece, por eso, el golpe de timón en Filadelfia, nos requiere a todos.