En esta edición estamos celebrando a don Alfredo Linares Gabaldón, porque la historia del periodismo comunitario hispano local, es parte de la de él, y él es parte de nuestra historia, ya que Impacto contó con su sabio consejo y experiencia en sus inicios, cuando perteneció a la familia Garcia.
Don Alfredo nació el 5 de noviembre de 1943, acaba de cumplir 80 años y 50 de ejercer la noble profesión de periodista.
Oriundo de Caracas, Venezuela, inició su aprendizaje de periodismo comunitario a temprana edad, guiado por su padre Pedro Linares. Cuando habla de su principal mentor y admirador, se le humedecen los ojos.
“Me mandaba en bicicleta a llevar propaganda de los Almacenes Linares, el negocio familiar, Me instruía que tenía que hablar con la gente, saber quién se murió, quién se mudó. El negocio hacía campañas en San Lázaro, si alguien se muere tenía que saber y mi papá lo publicaba. Así empecé el periodismo comunitario”, recuerda con emoción.
Su papá hacía hincapié que cada vez que viera una necesidad en el pueblo debía orar con ellos y apoyarlos, eso es el periodismo. “Me enseñó los principios de solidaridad que esa es la comunicación social. La pequeña nota que no aparece en el internet”.
Tras graduarse de bachilleres en humanidades, el renombrado escritor trabajó un año en el periódico Nervio en 1964. Luego entró a la escuela de periodismo en Caracas, para después ejercer su profesión en el diario La Verdad. “El periodismo comunitario es la escuela teórico-práctica que he tenido estos 50 años”, enfatiza.
Trabajó brevemente en radio en su país natal cuando se escuchaban las canciones de los cantantes mexicanos Jorge Negrete, Pedro Infante, Toña la Negra, José Alfredo Mejía y Tito Guízar, entre otros. Era la época del siglo de oro del cine mexicano.
“Las primas mías nacieron en Ciudad Juárez, en el estado de Chihuahua. Tengo 30 primas hermanas mexicanas que viven en New Mexico y Utah”, relata.
RECORRIENDO EL MUNDO
Cuando su padre tenía 35 años, le empezaron a contar de Estados Unidos. Viendo una oportunidad para su familia, don Pedro se llevó a la familia a vivir a Nueva York. Recuerda que tenía 15 años y que su mamá lo llevaba a la iglesia de San Patricio. El joven tomó un curso acelerado en la Difusora Panamericana. Fue director del periódico de la Organización de Estados Americanos.
Tiempo después cursó estudios en España sobre medios audiovisuales aplicados a la enseñanza, haciendo su tesis sobre ese tema.
Pero otra aventura internacional le esperaba. Se enteró que solicitaban un periodista bibliotecario en la embajada de Venezuela en Israel. Así, se fue en el año 68-69. Empezó a crear boletines en español con el profesor de periodismo, Bar Kojba Malaj.
“Fuimos a la guerra durante la toma de Jerusalén con mucho miedo, pero recordando que mi abuelito y mi papá, siempre decían que había que salir a palpar las necesidades de la comunidad”.
United Press les dio un premio de excelencia. En Israel escribió dos años para el Correo del Medio Oriente.
Sus memorias sobre esa época de su vida lo remontan a un amor que no pudo germinar, porque no era la voluntad de su padre, y a lo intenso de vivir en un país bajo la sombra de la desconfianza constante, y también recuerda otras lecciones de esa época.
“Los pensamientos positivos me los enseñó Bar Kojba Malaj, de Israel, y el maestro español Norberto Rodríguez, de las islas Canarias”. Valores como la gratitud y por encima de todo amor al prójimo, son los que han regido su vida.
De regreso a Venezuela, una editorial española de Barcelona, España tenía la revista Victoria, y la de economía, la cual él dirigió con éxito. Fue entonces cuando su padre le dio cinco mil dólares para crear y dirigir una revista junto con un fotógrafo diseñador. “Fundamos la Revista Internacional de Seguros que representó al país en Francia e Italia. Obtuvimos el premio mundial del periodismo del asegurador”.
Don Alfredo fue el director del periódico de la Organización de Estados Americanos y cuando terminó esa etapa, empezó su primer libro “Venezuela de la angustia a la grandeza” que es una recopilación de artículos.
SU ATERRIZAJE A FILADELFIA
Sus hijos, profesionistas destacados en sus áreas, y quienes ya vivían es esta área de los Estados Unidos, cuando él radicaba de nuevo en Venezuela, hicieron todo lo necesario para que don Alfredo pudiera migrar de nuevo y reunir de nuevo a la familia, en un periodo difícil para Venezuela, que estaba sufriendo los embates de la histórica “Tragedia de Vargas”, que es como se le conoce al conjunto de deslaves, e inundaciones ocurridas en las costas caribeñas de Venezuela, ocurridos en el estado La Guaira del 15 de diciembre de 1999.
Así es como a principios del nuevo milenio, don Alfredo regresaría a los EE. UU., y esta vez para quedarse y echar raíces.
Llegó en el 2001 como damnificado, después obtuvo una visa por ser un periodista excepcional, se convirtió en residente, y finalmente, aunque es ciudadano del mundo, en 2016 se convirtió en ciudadano de los Estados Unidos.
El también poeta, cuenta sobre su aprendizaje con los dueños de La Actualidad, el periódico de Candelario y Carmín Lamboy. Está muy agradecido también con el periódico Impacto Latin Newspaper cuando era dirigido por Napoleón García. Sobre todo, recuerda con cariño a la dominicana Arelis Reynoso.
Junto con la poeta y escritora Iris Violeta Colón Torres, y Norman Bristol Colón, fundó la Asociación de Periodistas Hispanos en Pensilvania.
SU CONSEJO PARA LOS PERIODISTAS
“Les aconsejaría que combinaran la cuestión comunitaria como la clásica tradicional. Combinar la fogosidad de la juventud con la experiencia de los mayores, para que las plumas maduren”.
Don Alfredo se mantiene activo. Lleva cinco años enseñando español conversacional en la biblioteca de Lansdale, y también ha contribuido en la biblioteca Kensington, y en Temple.
“Me dedicó a enseñar español porque somos cerca de 70 millones hispanoparlantes y hay que difundir nuestra cultura”. También estudió educación especial de enseñanza a autistas en Hune. Su carrera periodística ha estado ligada a la educación, por eso con cariño el llamado el profesor Linares.
Tiene cinco nietos, dos son doctores, uno maestro de música y el más joven se graduará en economía. Ha escrito el poemario titulado Happy New Year Grandpa dedicado a ellos.
Autor prolífico, ha escrito, tres poemarios, tres libros infantiles, un manual de periodismo para estudiantes y un manual de educación.
En una celebración por sus 8 décadas, a don Alfredo lo acompañaron solo una pequeña muestra de los muchos amigos con los que cuenta. Todos ellos dicen haberse sentido impactados por él, especialmente inspirados por su garbo, sus ganas siempre de ayudar, y su nunca limitarse para perseguir sus sueños.
Se necesitaría un libro entero para describir lo que Don Alfredo ha hecho, y como ha servido de mentor a muchas personas que le tienen mucho cariño y agradecimiento, pero al menos, que sirva esta reseña, como un humilde homenaje a un hombre de palabra, en toda su extensión. De parte de Impacto, ¡felices aniversarios profe!
Don Alfredo tiene dos hijos, Adriana Ines Linares, y Alfredo Jose Linares Liendo, y cinco nietos de los que esta muy orgulloso. Andres, Daniel, Claudia, Lucia y Javier. En la celebración de su cumpleaños lo acompañaron diversos amigos, de España, Portugal, Puerto Rico, México, y su natal Venezuela. También estuvieron presentes entre otros, Paul Lima presidente Lima Consulting, Tom Kindorg, Tom Mayer ex director de la Biblioteca de Lansdale y su esposa Ana, el Pastor Larry Stephemson y Matt Koons, gerente de Wegmans.