El pasado 16 de abril se celebró en los Estados Unidos el día del bibliotecario. Esta carrera profesional, aunque suele ser poco divulgada y reconocida por su trabajo de servicio social a la comunidad, tiene muchas gratificaciones a nivel personal. Los bibliotecarios no solo difundimos colecciones de libros, también fomentamos programas de índole cultural, educativo y cívico. Nuestro rol principal es promover el acceso a la información a toda la comunidad; asimismo, servimos como un puente de conexión para construir alianzas comunitarias con una agenda de servicio social continuo.
Mi trayectoria como bibliotecaria se remonta quince años atrás, cuando decidí estudiar la maestría de bibliotecología, como una segunda carrera profesional, a través de una beca que la Biblioteca Pública de Filadelfia me otorgó en el 2006. Mientras estudiaba los cursos académicos, trabajaba como aprendiz en una de las bibliotecas del barrio del sistema en Filadelfia.
Los cursos generales de la carrera se concentraban en los siguientes temas: catálogo de libros, sistemas para organizarlos, desarrollo de programas y mercadeo, tipos de audiencias, manejo de base de datos, habilidades para buscar información primaria y secundaria, gestión de adquisición de libros, entre otros cursos. Después de esta trayectoria académica, todavía sigo adaptándome a los cambios de mi profesión para servir a la comunidad multicultural y multilingüe de Filadelfia.
Mucho antes de llegar a este país, descubrí mi pasión por temas cross-culturales, y este lineamiento, me ayudó a enfocar mis esfuerzos profesionales en esta dirección. Mi recorrido profesional está cargado de muchas anécdotas gratas. Como bibliotecaria bilingüe, y latina, trabajé por varios años en las bibliotecas del barrio del norte de Filadelfia, ayudando en el idioma español a los usuarios de esa zona.
Asimismo, formé parte del equipo de voluntariado de Nuevos Americanos de la biblioteca, cuyo objetivo era buscar mejores vías de servicio para las personas que estaban aprendiendo el inglés como segunda lengua. También, participé en la hora de cuentos bilingües, inglés y español, con las familias. El ver a los niños sentados en la alfombra para escuchar las historias que los bibliotecarios teníamos para contarles era muy alentador. Hasta ahora me gusta observar esa interacción, íntima, entre los niños y sus padres, cuando exploran juntos los libros que quieren leer.
Con la pandemia, los bibliotecarios tuvimos que reinventarnos para proveer servicios a nuestra comunidad. Tuvimos que aprender, en el camino y de una manera muy rápida, cómo utilizar la tecnología para conectarnos con el público. Empezamos a crear programas virtuales sobre temas variados, y ahora estamos diseñando algunos programas en espacios abiertos –como en los parques, por ejemplo–, siguiendo con las medidas de salubridad por causa de la pandemia.
Los bibliotecarios no solo educamos y conectamos a los usuarios con los diferentes servicios que proveemos; sino, también, empoderamos el desarrollo de proyectos comunitarios como facilitadores construyendo puentes de diálogo.
Por otro lado, las bibliotecas necesitan más personal que refleje a la comunidad que sirve; en Filadelfia, significa contratar más empleados bilingües y multilingües. Si tiene inclinación por ayudar y servir a su comunidad, la carrera de bibliotecología puede ser una opción profesional para seguir.
A mis compañeros bibliotecarios: ¡muchas felicidades!
Contacto: LinkedIn @maryluzmarques, Twitter @maryluz_marques