Somos Philatinos Desde el Sur
Filadelfia es una de las llamadas ciudades santuario; he vivido aquí por varios años y sinceramente no sé bien qué significa. Lo que sé, es que no hay colaboración entre la policía local y el temido ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos).
Cuando el gobierno federal amenaza que no entregará fondos federales a las ciudades catalogadas como santuarios, argumentando que esos recursos son malgastados en inmigrantes indocumentados, lo que para muchos hoy en día equivalente a delincuente y por lo tanto criminal. Me incomoda comunitariamente, porque pienso que ellos (los demás) creen que somos una carga y que también somos la causa, de que esos beneficios no lleguen a la ciudad.
¿Qué es una Ciudad Santuario? según sé, la primera vez que se escribió sobre el término Santuario, fue a finales de 1700, en la Florida Española, en donde los afrodescendientes huían para poder ser libres o bien comprar su libertad.
Hace más de 40 años en 1979 en Los Ángeles CA., fue la primera ciudad en impedir que la policía investigara el estatus migratorio de los arrestados, uniéndose posteriormente a este mismo impedimento todo el estado de California, y le siguieron Nuevo México y Colorado.
En la década de los ochentas San Francisco CA. se denominó ciudad segura para albergar a inmigrantes centroamericanos que les era negado el asilo político por el conflicto en su región.
Para el 2017 con la llegada de Donald Trump a la presidencia del país, así como el fortalecimiento de las leyes antiinmigración aumentó el número de ciudades llamadas santuario. Para esas fechas, según algunos activistas, alrededor de 11 millones de personas indocumentadas vivían en su mayoría en una de las más de 300 ciudades denominadas santuarios en Estados Unidos.
Se supondría que vivir en una “Ciudad Santuario”, daría un poco de paz, seguridad, protección y sin embargo ¿por qué nos sentimos solos, confundidos y hasta culpables de que estás ciudades sean el blanco de ataques de su propio gobierno federal, por dar un espacio a personas cuyo objetivo es alcanzar o hasta comprar su propia libertad?
¿Será cierto que 11 millones de personas sean el enemigo del resto de la población que son cerca de 317 millones, será que son quienes le quitan el trabajo, oportunidades, recursos, beneficios y demás reclamos?
En esta “Ciudad Santuario” hasta hace unos días, las trabajadoras domésticas no tenían derechos de ninguna clase, por citar un ejemplo, un trabajador indocumentado rara vez tiene un benefició, y con la crisis de estos días dudo que los trabajadores de los restaurantes conserven la antigüedad de 20 años, y así una lista de injusticias.
Si, creo en los ideales que los gobernantes locales dicen tener, y que quieren ofrecer las mismas oportunidades a sus habitantes sin distinción, pero también sé, que es por lo que representamos en conjunto y que se refleja en el desarrollo de la ciudad. A principios del 2000 el sur de Filadelfia resurgió gracias a la llegada de la Comunidad Mexicana, un ejemplo la calle 9, que ya estaba considerada en condición de abandono y hoy existen más de 40 negocios latinos.
Sé que no es sencillo vivir como inmigrante en ningún lugar, y menos aún en categoría de indocumentado, pero siguiendo la trayectoria de la historia podemos alcanzar esa libertad como otros ya lo hicieron; resistiendo los embates que se dan en nuestra contra y manteniéndonos firmes con el plan que anteriormente nos propusimos.
Para este 2020 los inmigrantes seremos de algún modo las víctimas del gran confinamiento y los villanos en el discurso de la campaña por la reelección a la presidencia.
Pero tengo la suerte de vivir en Filadelfia la Ciudad del Amor Fraternal.
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