Antes de que se rompa el sol
en la explosión de colores que es el día
nosotros ya despertamos
desplumando horas, de madrugada.
Somos los hijos del sol,
las hijas de la luna,
los nietos del eclipse entre nuestras culturas.
Somos, en palabras bellas, los hijos de la chingada.
Venimos de lejos
somos canto que camina
voz que atraviesa el desierto
las manos que te dan comida.
Somos el aguacate en tu mesa
y la fuente en tu jardín
el trabajo que tú no haces,
una sombra detrás de ti
Las raíces de mi corazón
están plantadas en la sierra
Y si no he caído hasta ahora
a pesar de tus fronteras
y de las espinas del silencio lento
de extrañar a mi familia
es porque mis abuelos me cuidan
y a ellos los cuidan mis ancestros.
Venimos de allá de dónde vienen los dioses
pájaros y flores
que por antiguos no conoces.
Nosotros somos los de la piel de bronce.
Mi patria es el sol,
y la espuma en el mar de Venus.
Mi madre una estatua de plata
y sal,
la culpa de la Colonia
y mi ciudad abandonada tras el temblor.
Hemos venido a crecer aquí
a esta tierra extraña
llena de plástico, sudor y razas.
Y aquí dejamos a nuestros hijos
para que crezcan como plantas
pero en el asfalto no crece
ni germinan las esperanzas.
Lo perdimos todo al llegar
y nos convertimos en nosotros mismos
te vendimos nuestra sonrisa
a cambio de unos billetes
y de lágrimas de sangre y cal.
Aquí seguimos, aunque te duela
Aunque el tiempo no fuera
este violento atornillar de días
este rascar paredes desde adentro.
Aquí estamos, aunque el viento cediera
el paso a otras melodías
de grillos buenos días
de dioses tercos y turbios.
Somos lo que nos queda
de lo que hemos venido arrastrando
somos trabajo, fuerza
un gallo que llora de madrugada.
Pero en nuestras voces canta
la voz de nuestros pueblos no olvidados,
nuestros muertos no enterrados,
nuestra tierra amada.
Nuestro tesoro es la palabra
idioma de piedra y fuego
hilos que se entrelazan
en abrazos que dan consuelo.
Una lengua tan antigua como peces
tan seca de Dios
tan transformada
nos teje suavemente hasta mañana.
El viento de la tarde
que seca el sudor y nos levanta
no como bandera, hojas o guirnaldas,
sino como una suave brisa
que mece las plantas.
Referencia sobre la chinganda:
https://culturacolectiva.com/historia/malinche-breve-historia-de-nosotros-los-hijos-de-la-chingada