El juez retirado Nelson A. Diaz, quien fue el primer puertorriqueño electo juez en Pensilvania, escribió recientemente en su página de Facebook, «en Pensilvania hay 600,000 latinos elegibles para votar, pero un 41 por ciento de ellos no están inscritos».
Con las elecciones del 3 de noviembre a la vuelta de la equina, grupos puertorriqueños y latinos a nivel nacional y local están organizando campañas de inscripción, lanzando anuncios y coordinando reuniones, arriesgándose incluso a contraer el coronavirus, tocando puerta a puerta con mascarillas, a lo largo y ancho de los Estados Unidos para convencer a nuestros hermanos de que se inscriban. En Pensilvania se viene haciendo una buena labor y ahora, lo que queda por verse es cuántos de los latinos elegibles para ejercer su derecho al voto, particularmente los puertorriqueños, votarán realmente, y cuántos votarán contra un presidente que ha desprestigiado a los latinos en general y a los puertorriqueños en particular.
La lógica es simple: hay que derrotar a Donald Trump en Pensilvania. Los demócratas necesitan un aumento en los votos latinos, especialmente en Filadelfia. Como saben y dicen muchos Boricuas, los barrios pobres son ignorados por los políticos de profesión. Los puertorriqueños que buscan una mejor forma de vida necesitan a un presidente y a otros líderes con ideas afines a ellos y empáticos con sus necesidades; que sepan emplear el poder federal para mejorar las condiciones económicas y sociales de la gente en el barrio; capaces de otorgar a los latinoamericanos trabajos federales de prestigio, y de respaldarlos en sus luchas por el respeto y la influencia dentro de los partidos demócratas estatales y locales.
Los líderes nombrados para el comité asesor de la campaña de Biden/Harris en Pensilvania, deben de trabajar en colectar fondos para la campaña e invertir esos fondos para obtener el voto.
Exhorto a estos líderes latinos a que inviten a Joe Biden en persona a traer su campaña a la comunidad norte de Filadelfia, el epicentro de la vida del puertorriqueño pobre en esta ciudad. No debemos, como buenos puertorriqueños, servir como subordinados callados y fieles de los políticos negros y blancos que dominan la ciudad.
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