Celebración del Altar de Día de Muertos. Love Park, Filadelfia. 15 de octubre 2021. De izquierda a derecha, Amy Eusebio, Ana Omana, Mary Luz Marques, Jael Conde, David Oh y Carlos G. Obrador Garrido. (Foto: Cortesia/ Mary Luz Marques)

A mediados de octubre, participé en la ceremonia de purificación del “Altar de Día de Muertos, creado por el artista y muralista mexicano César Viveros en el llamado “Love Park” Parque del Amor, en Filadelfia. La audiencia intergeneracional y multicultural, ahí reunida, participó de esta celebración compartiendo, colectivamente, una tradición muy arraigada e importante dentro de la cultura mexicana. Con este evento, el Mes de la Herencia Hispana cerró con broche de oro.

El altar titulado “La entrada al inframundo” se construyó con elementos naturales como el bambú; además, algunas de las calaveras estaban decoradas con granos de arroz, frijol y maíz representando los productos de la cosecha de la madre tierra. Los ornamentos de la ofrenda incluían, también, hortalizas, frutas, flores de cempasúchil o marigold, papel picado, el pan de muerto y la sal. El olor intenso del incienso transmitía, a su vez, un ambiente ceremonial y de rito.

El artista mexicano, César Viveros recibiendo una mención honorifica del Concejo Municipal de Filadelfia a través del concejal, David Oh. Love Park, Filadelfia. (Foto: Cortesia/Mary Luz Marques)
 

A la entrada del altar, se encontraba la imponente “catrina” (esqueleto femenino) que llevaba una bella corona de flores en la cabeza, decoradas con pequeñas mariposas doradas a su alrededor. Su vestimenta en diferentes tonos morados, combinados con un vibrante color fucsia, que engalanaban la ceremonia. Durante mi recorrido visual, observé algunos elementos de la cultura azteca; además de las velas, utensilios de la cocina tradicional mexicana, mazorcas de maíz y flores blancas hechas de papel.

El altar titulado “La entrada al inframundo”.Love Park, Filadelfia. (Foto: Cortesia/Mary Luz Marques)

La parte posterior del altar exhibía, por lo menos 40 calaveras de diferentes colores llamativos. Las variadas tonalidades como: morado, amarillo, anaranjado, celeste, rojo, verde limón, azul y blanco contrarrestaban con la atmósfera de fiesta que se avecinaba. Simbólicamente, se pudo observar al guardián de las almas: el xoloitzcuintle (perro negro sin pelo), que se localizaba en la parte posterior e inferior del altar. Se cree que la visión ceremonial de este rito de los antiguos aztecas no era triste; sino, por el contrario, lo veían como parte del ciclo de la vida y celebraban a sus difuntos dejando ofrendas en altares improvisados. Una práctica que se continúa transmitiendo de generación a generación.

El incienso es un elemento importante de este rito ceremonial. Love Park, Filadelfia. (Foto: Cortesia/Mary Luz Marques)

La apertura musical estuvo a cargo del grupo mexicano “Los Guachinangos”. Esta música jarocha del estado de Veracruz puso a bailar a grandes y pequeños con sus contagiosas melodías. Luego, el grupo Azteca “Calpulli Kamastle Xiuhcoatl” realizó unas danzas de oración indígena que evocaba, a través de sus movimientos, rituales de espiritualidad y religiosidad. Sus narrativas creaban espacios sagrados para conectarse de una manera cósmica con el Universo. Los bits rápidos del tambor aclamaban un llamado de atención a la audiencia; mientras que el sonido suave de viento de la concha marina inducía, en el ambiente, un entorno de respeto y gratitud. Los bailarines interpretaron a través de sus movimientos narrativas sagradas de misticismo.

La catrina (esqueleto femenino). Love Park, Filadelfia. (Foto: Cortesia/Mary Luz Marques)
 

El acto protocolar contó con la presencia del cónsul mexicano en Filadelfia, Carlos G. Obrador Garrido Cuesta; la directora ejecutiva de la Oficina del Inmigrante de la Ciudad de Filadelfia, Amy Eusebio; el concejal, David Oh; la directora ejecutiva del Centro Cultural Mexicano, Ivette Compean; y el muralista, César Viveros, quién recibió por su parte una mención honorifica del Consejo Municipal de Filadelfia, expedida por la oficina de Oh –– por sus contribuciones artísticas a esta ciudad llamada, también, Brotherly Love y Sisterly Affection (la ciudad del amor fraternal).

Contacto: LinkedIn @maryluzmarques, Twitter @maryluz_marques

“Thank you for sharing your culture and your traditions with all of us, in Philadelphia, and giving not just Mexicans but all our residents an opportunity to honor, remember and celebrate our loved ones”. Amy Eusebio, executive director, Office of Immigrant Affairs.

“It is through events like this that makes our Mexican community and Hispanic, in general, feel stronger. Our traditions help us reconnect with our roots; remembering who we are is very important and essential to know where we are heading”. Carlos G. Obrador Garrido Cuesta, mexican consul in Philadelphia.

“I can only be grateful to the City of Philadelphia, the ‘City of the Love’…because when people give this platform, when the city gives you this space, the most prominent space in the city; that means a lot for us. I’m speaking on behalf of my fellow immigrants who decided to leave everything at home, travel, many hundred and sometimes thousands of miles to be here looking for an opportunity just like anybody else did before us…” César Viveros, mexican artist and muralist.

LA CATRINA MEXICANA

Es uno de los íconos más representativos de su cultura. El origen de este personaje se da por el descontento del pueblo mexicano con respecto a las clases más privilegiadas.

Este personaje tiene más de 100 años de historia, en sus inicios, surgió como una burla a los indígenas que se habían enriquecido y menospreciaban sus orígenes y costumbres.

La Catrina fue creada por el caricaturista mexicano José Guadalupe Posada, originalmente se llamaba “La Calavera Garbancera”. Esta palabra provenía de los vendedores de garbanzo, que siendo pobres aparentaban ser ricos y querían ocultar sus raíces indígenas. Este grupo de comerciantes pretendía tener el estilo de vida de los europeos.

Esta crítica social la supo plasmar magistralmente este caricaturista y le dio fama a nivel mundial. La influencia de la obra de Posada le llegó posteriormente a Diego Rivera.

“Catrín” quiere decir un hombre de clase acomodada, con mucho dinero y ropas finas.

Este importante muralista acopla el término de «La Catrina» en 1947 en su obra Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central.

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