Mide dos metros y diez centímetros, tiene los brazos tatuados y siempre viste una sudadera negra: una imagen de «clase trabajadora» que le ha ganado un escaño en el Senado estadounidense y que algunos ven como la clave para recuperar el voto blanco rural para el Partido Demócrata.
El candidato progresista para la Cámara Alta por el estado de Pensilvania, John Fetterman, fue confirmado vencedor pasada la medianoche del martes, superando al republicano Mehmet Oz, que recibió el apoyo expreso del expresidente Donald Trump (2017-2021) pese a las objeciones de algunos de sus asesores.
Oz concedió su derrota frente a Fetterman en la mañana del miércoles, allanando el camino para que uno de los candidatos progresistas más poco convencionales de los últimos años incline la balanza del Senado a favor de los demócratas -aunque todavía está por ver si la Cámara Alta seguirá bajo control del partido del presidente, Joe Biden, en enero.
El político, de 53 años, y que el pasado mayo sufrió un ictus que le dejó secuelas, ha tenido que enfrentarse a todo tipo de adversidades para alzarse con la victoria en las elecciones de medio mandato celebradas ayer en Estados Unidos.
Su campaña en los últimos meses había tenido que lidiar con el hecho ineludible de su derrame, que fue aprovechado por los conservadores para lanzar dudas sobre su capacidad para ejercer el cargo.
De hecho, el propio presidente Biden llegó a bromear durante un reciente mitin en Pensilvania con que la mujer de Fetterman, Gisele Fetterman, sería «una gran mujer en el Senado», y muchos medios y analistas conservadores han especulado que es ella la verdadera artífice de la campaña del demócrata.
Giselle Fetterman tuvo que dar el discurso de aceptación de la victoria de su marido en las primarias demócratas mientras él se recuperaba en el hospital, lo que ha contribuido a la especulación.
Y aunque su médico ha asegurado que el ya senador electo va camino de una recuperación completa, en su reciente aparición en un debate frente a Oz, se notaban claramente sus dificultades para hablar.
Pero Fetterman en su discurso de agradecimiento tras su victoria, fue articulado, y sin titubeos.
El que fuera vicegobernador de Pensilvania, también ha sido objeto de críticas constantes por parte de la campaña de Oz, que lo acusa de querer liberar a todos los asesinos de la cárcel por su oposición a la pena obligatoria de cadena perpetua sin posibilidad de fianza para los condenados por asesinato en segundo grado -cuando la muerte no es premeditada- que existe en Pensilvania.
El candidato tuvo que enfrentarse también a los líderes de su propio partido, muchos de los cuales no querían que un candidato que apoya la cobertura médica universal, subir el salario mínimo, legalizar la marihuana y reformar el sistema penal, ganara la primaria demócrata para el Senado en el pasado mayo.
Pero el político venció entonces, y también esta semana, encumbrado en parte por los votantes de un estado que tradicionalmente apoya a candidatos alejados del aparato de los partidos.
Una de las claves de la victoria de Fetterman radica en la simpatía que despierta en los votantes blancos de clase trabajadora, el grupo demográfico que más se le resiste a los demócratas después de que Trump arrasara en las elecciones presidenciales de 2016 y cambiara definitivamente la cara del Partido Republicano.
Fetterman se hizo un nombre como alcalde de un pueblo deprimido del oeste de Pensilvania que sufrió mucho con el colapso de la industria del acero y que el progresista trató de revitalizar con varias iniciativas artísticas y comunitarias.
Además, su estilo rudo y sin florituras aprovecha ese tirón entre la clase trabajadora, y sus mensajes suelen apoyarse mucho en la idea de que el ya senador electo es «uno de los nuestros».
Sin embargo, no faltan los que piensan, también entre los demócratas, que el político se aprovecha demasiado de su apariencia para apelar a los votantes trabajadores, ya que, de hecho, estudió en la Universidad de Harvard, algo que no es accesible para la mayoría de sus electores.
El propio Fetterman ha sabido manejarse bien entre la imagen y la política, cambiando de opinión en asuntos como el «fracking» que ahora apoya aunque antes criticaba.
De cualquier manera, algunos analistas creen que el estilo de Fetterman será clave para recuperar a algunos de esos votantes que solían ser la base del Partido Demócrata y que se vieron atraídos hacia el discurso anti «establishment» de Trump.