Los oficiales Méndez y Raúl Ortiz acababan de comenzar su turno alrededor de las 11 p.m. El 12 de octubre, escucharon cristales romperse y vieron a varias personas irrumpiendo en un automóvil en el estacionamiento del Aeropuerto Internacional de Filadelfia.
Se produjo una discusión y cuando estaban a punto de arrestar al sospechoso, se desató un tiroteo. Uno de los cuatro sospechosos murió y otros tres, todos de Nueva Jersey, fueron arrestados.
Méndez, de 50 años, un veterano de más de dos décadas recibió cuatro disparos y fue declarado muerto en el hospital. Ortiz, también un veterano de 20 años recibió un disparo en el brazo y fue dado de alta unos días después del hospital.
La despedida del oficial Richard Mendez en el cumplimento del deber en Filadelfia dio inicio la noche del lunes en un velorio con cientos de colegas, amigos, y gente de la comunidad que fue a rendirle tributo.
Los servicios funerarios comenzaron el 24 de octubre en John F. Givinsh Life Celebration Home.
Al amanecer de este martes, una multitudinaria procesión acompañó el cuerpo hasta el corazón de Filadelfia.
Durante toda la mañana la Catedral Basílica de San Pedro y Pablo, fue testigo de la tristeza, reconocimiento y amor y agradecimiento por su servicio, no solo como policía si no también como esposo, padre, y amigo.
En el homenaje póstumo durante el funeral en la Catedral, su hija Mia Mendez, ofreció un emotivo mensaje en honor a su padre.
Habló de las raíces puertorriqueñas de su padre Richard Méndez, donde nació el 22 de junio de 1973. Creció como luchador y conoció a su esposa, Alex, en la escuela superior. Fue amor a primera vista.»
Pero a Alex no se le permitía tener citas en ese momento, dijo, por lo que esperó cuatro años, hasta que ella se graduó de la escuela secundaria, para salir con ella. Rápidamente se enamoraron y se casaron poco después. Se unió a la academia del Departamento de Policía de Filadelfia en el año 2000.
Mia, que ahora tiene 19 años, dijo que su padre siempre enfatizó la importancia de la educación. Él revisaba periódicamente para asegurarse de que sus tareas estuvieran hechas y revisaba los ensayos escolares. Si alguna vez ella se ponía nerviosa por un examen, él la calmaba.
“Mis padres siempre me dijeron que su amor no estuvo completo hasta que yo llegué al mundo. Mi papá le llevaba flores a mi mamá cada vez que podía y cada vez aumentaba la cantidad hasta que dejó de hacerlo. Mi padre era más que mi héroe, era mi todo y sobrevivir su partida va a ser muy difícil”. Expresó Mía. “Tengo miedo del estado de criminalidad que vivimos en Filadelfia. Me quitaron a mi padre, que lo era todo, mi roca, mi fortaleza, mi seguridad. Tengo miedo, mucho miedo”. Fueron algunas de las palabras que dedicó la hija del oficial.
El comisionado interino, John Stanford, ascendió a Méndez al rango de sargento y le otorgó la distinciones de “Corazón Púrpura y la de Honor”. También agradeció a la madre, la esposa y la hija del perecido con una lectura en español: “espero hacer esto bien para la madre de Richard. Señora Carrero, gracias por compartir a su hijo con nosotros, Alex, gracias por compartir a tu esposo con nosotros, Mia, gracias por compartir a tu padre con nosotros”.
Mientras el ataúd de Méndez estaba en las puertas de la iglesia, el manto color crema que lo cubría fue reemplazado por la bandera estadounidense.
Cuando sacaron el ataúd, los gaiteros comenzaron a tocar una melodía lúgubre, mientras cientos de compañeros oficiales de Méndez observaban.
Unos pasos detrás de su ataúd, en las escaleras de la iglesia, estaban su esposa y su hija, vestidas de negro, tomadas del brazo. Mia, conteniendo las lágrimas, miró brevemente al cielo.
Posteriormente, se llevó a cabo una procesión y culmino con el entierro en el cementerio de Forrest Hills, en el noreste de Filadelfia; en el 25 Byberry Road, Huntingdon Valley.