Francisco Font Acevedo es un escritor de origen puertorriqueño que nació en Chicago en 1970 y se crio en la Isla. Regresó a Estados Unidos, a la ciudad de Filadelfia, donde reside desde julio de 2018. Ha sido reseñador de libros, instructor de idiomas, traductor, intérprete, colaborador editorial y corrector legal. Se ha destacado como narrador en los géneros del cuento y la novela, aunque también ha cultivado la crónica y el ensayo.
GANADOR DE LA BECA “LETRAS BORICUAS”
En diciembre de 2021, Font Acevedo fue distinguido con la beca nacional “Letras Boricuas”, una iniciativa creada por la Fundación Flamboyán y la Fundación Andrew W. Mellow para reconocer y apoyar a los escritores puertorriqueños de la Isla y en la diáspora.
En una charla con Impacto reveló que la noticia del premio le generó sorpresa, pero también alivio, ya que, pasados sus cincuenta años, las ilusiones de ser reconocido eran pocas. Asimismo, agradeció el respaldo económico que la beca ofrece, y por el cual se siente más comprometido a continuar su obra.
Font Acevedo estaba muy escéptico en participar en certámenes literarios y en competir por una beca, ya que muy temprano en su vida le decepcionó la manera como muchos de estas subvenciones funcionan. Sin embargo, varios amigos lo instaron a participar. “Leí las bases y me di cuenta de que eran exactamente para mí, encajaban perfecto y dije ‘ok, no pierdo nada’ y lo intenté”, nos comenta el escritor, quien estima que la beca, además de ser un estímulo para la producción literaria, en su caso representa un acto justo que reconoce su obra completada.
“Desconozco las razones por las cuales me hayan seleccionado, porque el jurado no lo menciona, pero reconozco que [tanto] la crítica literaria como la de los lectores con quienes he interactuado ha sido favorable, lo que me ha dado mucha satisfacción”, dice Font Acevedo con una sonrisa. Y agrega que la beca da también exposición a los veinte escritores becados y una oportunidad para ganar nuevos lectores.
SUS INICIOS
El autor explica que hacerse escritor, como cualquier artista en cualquiera otra disciplina, empieza como lo hacen los niños, por imitación. Atribuyó un posible origen de su interés por la literatura a los escasos libros que desde temprana edad su madre le dio a leer. Más tarde, en la escuela, se interesó en el modelo del escritor-periodista, “a lo García Márquez, como un tipo de cronista”, y participó en la creación y dirección de un periódico escolar. En la Universidad se encaminó por estudios alejados del periodismo, pero siguió escribiendo, aunque las reacciones adversas de un puñado de lectores fueron devastadoras para él y lo alejaron del empeño creativo.
Sin embargo, cuando murió su madre, en 1996, Font Acevedo se enteró de una carta que esta escribiera donde les exhortaba a sus tres hijos: “No olviden que todo en la vida, grande o bajo, sublime o pueril, todo, absolutamente todo es susceptible de convertirse en literatura”. Dos años después el escritor había vuelto a escribir y terminaba su primer libro de relatos. Según él, el ensalmo o “la brujería” que hizo su madre “desde el otro lado” lo encauzó de nuevo a la creación, por lo cual dedicó su primer libro a ella, “por las complicidades del otro lado”, según se lee en la dedicatoria.
Después de publicar su primer libro, Caleidoscopio (2004), Font Acevedo asumió plenamente su identidad como escritor. En su experiencia escribir y trabajar para sobrevivir nunca han ido de la mano, algo que ocurre a la inmensa mayoría de los escritores del mundo, incluso del primer mundo. Sin embargo, entiende que su circunstancia actual es mejor “gracias a que hoy trabajo como intérprete [y] he encontrado un balance positivo para la escritura”. La concesión de la beca le ha permitido concentrarse aún más en la composición de su obra.
SU RELACIÓN CON FILADELFIA
“Existen diferencias notables entre el puertorriqueño que viene de la Isla vs el puertorriqueño residente”, indica Font Acevedo, cuya relación con los puertorriqueños de “acá” fue al principio incómoda por sentirse fuera de lugar. En cambio, pasados varios años en Filadelfia, ha entendido que estar fuera de lugar es un lugar agradable, porque encaja con su personalidad de escritor que no se conforma plenamente en ningún lugar. Por lo demás, negocia con la gente, por los espacios, trabaja mediando como intérprete, y sigue componiendo su obra. A pesar de todo, concede la influencia que la ciudad va ejerciendo en él: “soy puertorriqueño… y un ciudadano común; puedo escribir en Filadelfia o en Japón; sin embargo, la ciudad sí se va filtrando en mí, es [el] telón de fondo que me va determinando anímicamente para lo que hoy escribo”.
“En la ficción el mundo entra de otra manera, donde la realidad está en función de la imaginación”
Los puertorriqueños de “acá” son diferentes a los de “allá”
“Las representaciones que se hacen de la puertorriqueñidad en el exilio son paradójicas y se quedan predominantemente en el folclor”, precisa Font Acevedo, quien no se considera parte de la diáspora y sí un exiliado.
Cree que los puertorriqueños de “acá” tienen una idea de Puerto Rico que es muy propia, de un Puerto Rico ya inventado, a diferencia de los que viven en la Isla. Entiende que esto ha permitido recuperar acá aspectos culturales en franco deterioro, casi extintos, en esa nación, como ocurre con la gastronomía. Expone además que, como grupo minoritario en Estados Unidos, las representaciones culturales que hacen los de “acá” para reafirmar su diferencia son bastante elementales y comprensibles en el contexto racializado de esta sociedad. Lo mismo hacen otros que llegan aquí como inmigrantes.
Existe una actitud de “suspicacia amable” entre los de “acá” con los que llegan de la Isla, y viceversa. Ambas comunidades se pueden tratar con cordialidad, pero es muy difícil tramar colaboraciones duraderas.
LO BUENO Y LO MALO DE MARÍA
Tras el paso del huracán María en Puerto Rico, las comunidades puertorriqueñas de afuera y dentro de la Isla se unieron para ayudar a sus compatriotas. Ese momento fue emblemático para el autor porque se mostró una comunidad unida pese a la distancia, y mostró lo mejor de Puerto Rico, con una movilización inmediata y solidaria. “Fue hermoso verlo, pero lo lamentable fue quedar con el deseo de que eso persistiera ya pasada la emergencia. Creo que es difícil trabajar en solidaridad y tener ese desprendimiento y dominar egos”.
“El puertorriqueño saca lo mejor de sí frente a la adversidad”
“El huracán expuso la debilidad sociopolítica del país”, expresa Font Acevedo, quien al igual que otros puertorriqueños en Filadelfia, reunieron víveres para ayudar a sus compatriotas. Asimismo, señaló que la verdadera catástrofe no había sido el evento atmosférico sino la corrupción gubernamental, porque los víveres no fueron canalizados debidamente, según trascendió en algunos escándalos reseñados por la prensa.
AGRADECIDO
Otras obras del autor son La belleza bruta (2008), La troupe Samsonite (2016), y Santurce, un libro mural (2020), un libro de autor derivado del proyecto homónimo de intervención urbana, hecho en colaboración con el artista Rafael Trelles. El boricua se siente agradecido y tranquilo con el premio, y aunque está consciente de que otras personas lo pudieron haber ganado, se alegra de que esta vez le tocara a él.
El escritor trasmite un estado de plenitud, de seguridad en sí mismo, y está convencido de que escribir es su pasión. Añade que no necesita la aprobación de nadie para escribir, pues ahora es más dueño de sí mismo y las reacciones a su obra, aunque importantes, quedan en un segundo plano. Finalmente, nos indica que “cuando la actividad que haces te gusta, te permite fluir tan bien que no sientes que pasa el tiempo”.
“El talento termina por imponerse”
¡Enhorabuena Francisco, te auguramos y deseamos más éxitos en tu camino!