Kensington
La alcaldesa Cherelle L. Parker sale de la estación Allegheny antes de caminar por Kensington Avenue el día en que presentó su plan para el vecindario. (Foto: Anna Orso)

Desde los primeros días de su administración, la alcaldesa Cherelle Parker prometió y empezó una ofensiva contra el tráfico de drogas, los tiroteos, los despachadores y los campamentos de personas sin hogar que inundan las calles de Kensington, creando el panorama de adicciones, vicios y enfermedad que ha sido noticia internacional.

Desde entonces, se han agregado varias decenas de nuevos oficiales de policía al pie de fuerza en las calles; pero, aun así, algunos de los vecinos no perciben una mejoría sustancial en el vecindario y muchos residentes no sienten que haya habido un cambio importante en las problemáticas que enfrentan día a día.

Todavía madres se quejan de que sus hijos adolescentes tienen que ver todos los días transacciones de drogas desde las ventanas de sus cuartos, junto con personas inyectándose y hombres recogiendo trabajadoras sexuales; y es común que el humo de los campamentos de los sintecho se filtre por las paredes de sus casas.

La alcaldesa presentó en abril pasado su plan de cinco fases; una de las cuales prometía que la policía intervendría para recuperar bloques de la actividad de drogas y mantenerlos despejados para que los vecinos los reclamaran, pero hasta ahora muchos vecinos siguen esperando que esa promesa se haga realidad.

Según un repoerte de The Inquirer, la violencia armada ha disminuido en el vecindario; pero los problemas de convivencia y la percepción de inseguridad no ha mejorado entre los residentes, y parece que se repite el esquema de otros intentos: que los problemas se mejoran en un sector, pero se trasladan y reaparecen en calles y sectores nuevos.

Los vecinos confirman que ha habido un aumento en la presencia de la policía, y los mismos adictos aseguran que desde el 2024 ha aumentado la presión de los oficiales sobre ellos, los despachadores y los microtraficantes. Pero las soluciones no parecen estar cercanas, y el subcomisionado Pedro Rosario ha reconocido ante la prensa que este es “un problema complicado que requiere de unas soluciones complicadas”.

Parte de las esperanzas de la Policía está en la apertura del Centro de Tratamiento para la Adicción, con una inversión de100 millones de dólares, en el Noreste de la ciudad, y en el cual esperan apoyarse para la remisión de los pacientes que hoy simplemente sufren sus crisis en la intemperie de las aceras y en los porches de las casas.

A pesar de todo, muchos vecinos aseguran que el suministro de drogas, —principalmente un tipo de fentanilo recargado y el tranquilizante animal xilazina— siguen abundando, por lo que prevalece el pensamiento que la situación realmente no ha cambiado sustancialmente.

Si bien han sido positivos varios operativos para mejorar la calidad de vida del vecindario, que han incluido el retiro de docenas de vehículos abandonados y el sellando casas vacías, y las estadísticas muestran que han disminuido los tiroteos y asesinatos, muchos vecinos se quejan de que han aumentado los robos de automóviles y el hurto a viviendas. 

Es claro que este segundo año de la administración Parker tendrá que redoblar sus esfuerzos para doblegar esta crisis y lograr que en el vecindario se perciba una mejoría, o verá arreciar las críticas, los reclamos y la presión política para que se preste mayor atención a un problema que requiere de esfuerzos coordinados y extraordinarios.

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