Ya inició el año escolar en Filadelfia, y la incertidumbre sigue en muchos hogares. Cada familia vive y enfrenta sus propios desafíos a los que se suma la cuantiosa información ofrecida en el portal del distrito escolar, y aunque es necesaria para esta etapa de educación virtual, lo que ofrecen exige cierto nivel de habilidades de la llamada “alfabetización digital”, que facilite navegar en la web; un conocimiento que no todos tienen.
El contenido está pensado para la familia promedio de cuatro miembros, con espacio físico para adaptar “la escuela en casa”, con acceso a una computadora, tableta o Chromebook, y con un servicio de internet de buena velocidad, además de un adulto que guíe a los niños. Lamentablemente, esta no es la realidad de buena parte de las minorías en nuestra ciudad.
Esta semana conversamos con quienes hacen posible el nexo entre las familias y el distrito escolar: los Consejeros Bilingües, BCA (por sus siglas en inglés), no sólo sirven de intérpretes y traductores en las escuelas, sino que también brindan orientación sobre cómo funciona el sistema educativo.
“Tenemos situaciones muy complejas”, nos comentó Steffany El Barouki, quien trabaja en dos escuelas que cubren de Kinder a 8vo grado, y atiende alrededor de 200 familias en cada una de ellas. “Nos enfrentamos a distintos grupos de padres: los que trabajan y aunque quisieran, no pueden estar con los hijos; aquellos que pueden quedarse en casa y quienes no fueron alfabetizados en español y tienen como primer idioma su lengua nativa”. En estas realidades no basta tener la información en español, hay otras barreras que salvar, porque la nueva realidad educativa también exige ser “alfabetizado digitalmente”.
Muchas veces me veo como un “mini trabajador social” nos dijo, “tengo que estar allí para el niño cada vez que lo necesita, …proporcionar recursos a la familia, traducir exámenes o evaluaciones para aquellos con necesidades especiales”. Además, están las dificultades económicas que enfrentan; “las familias rentan y comparten entre varios una vivienda; no tienen servicio de internet y si lo hay, no satisface al número de usuarios; los padres trabajan…sé lo que es, soy la hermana mayor y tuve que cuidar a mis hermanos y ayudarlos con las tareas… la educación pública tiene muchas desigualdades” agrega Steffany, quien resalta que el concepto de educación en casa es muy poco común en la comunidad latina.
Otra BCA que labora con adolescentes, y quien prefiere no revelar su nombre, nos dijo: “al inicio de la pandemia muchos de estos muchachos recién llegados, sobre todo los recién llegados, empezaron a trabajar, y ahora tienen que pensar cómo hacer para ir a la escuela y ayudar a su familia”. Sin embargo, reconoce que también le han enseñado que querer es poder, y ve en ellos las ganas de aprender y salir adelante.
ParaRodrigo Fernández, quien trabaja en una escuela de kínder a 8vo. Grado, algunas decisiones del distrito escolar fueron tardías; “si no se facilitan las herramientas, ¿qué va a pasar con los que tienen inasistencias por falta de internet? El nivel de stress de los padres es alto… el no saber cómo manejar un aparato que no entienden y no poder ayudar a sus hijos, es frustrante… esta situación les causa agobio, es un esfuerzo gigantesco el que están haciendo, …pero la gente aprende lo que haga falta, porque al final, ¡es una cuestión de supervivencia!” resaltó Rodrigo.
En una búsqueda por aportar y cerrar esta brecha de inequidad, los BCA preparan materiales escritos y videos que se ajusten a la realidad de sus familias, y escuelas, aunque reconocen que será un largo proceso de adaptación, confían en que irán avanzando, pues ven el esfuerzo que están poniendo en general y en especial las familias a las que sirven.
“Me siento mal por los padres, porque sé que quieren ayudar a sus hijos, quieren tener las habilidades necesarias, pero no saben cómo adquirirlas”, expresó Steffany, quien sin embargo resalta un factor inherente a los inmigrantes y las minorías que es la gran capacidad de resiliencia.