Cuando Carmela Apolonio Hernández abrió la puerta de la iglesia Menonita de Germantown, seguida de sus cuatro hijos Fidel, Keyri, Joselyn y Edwin el 17 de marzo, la esperaban reporteros de televisión, radio y prensa de la ciudad. El anhelado día había llegado por fin, después de tres años y cuatro meses de espera en santuario.
Los protagonistas de tan histórico evento estuvieron ahí también para acompañarla en la victoria.
Los codirectores del Movimiento Nuevo Santuario (NSM) Peter Pedemonti y Blanca Pacheco, la Rev. Renee McKenzie de la iglesia The Advocate, el abogado de inmigración David Bennion, los pastores John Bergen y Cate Michelle Desjardins de la iglesia Menonita de Germantown, la asambleísta por acumulación Helen Gym y representantes de la oficina del congresista Dwight Evans, la intérprete Gina Engst y miembros de diversas congregaciones.
Clive y Oneita Thompson, inmigrantes de Jamaica, entendían lo que significaba para Carmela respirar al aire libre sin temor a la deportación. Ellos salieron de santuario después de dos años y medio en diciembre de 2020. Esdtuvieron presentes para apoyar en solidaridad a la familia mexicana.
El refugiarse en santuario no hubiera sido posible sin la Rev. Renee McKenzie quien practica lo que predica. Desde su llegada a la iglesia The Advocate en 2012, ha continuado la sólida tradición de justicia social de esa congregación. Forma parte del Movimiento Nuevo Santuario (NSM) desde 2017. En noviembre de ese año, NSM la contactó con noticias de que había una familia que necesitaba santuario. Después de consultar con líderes de su congregación, vicaria invitó a Carmela y a sus cuatro hijos para entrar en santuario. La iglesia The Advocate, cuya congregación es predominantemente negra, ofreció por primera vez santuario a una familia migrante que se enfrentaba a la deportación.
Esta mexicana huyó de su estado natal con su familia después de recibir amenazas de muerte de miembros del crimen organizado. Ya en Estados Unidos, después de que la Oficina de Control de Aduanas e Inmigración de Estados Unidos le negó asilo a la familia, Carmela tomó la decisión de buscar refugio en una iglesia. “Me enteré por el internet de que era una opción para evitar ser deportada”, comentó esta valiente mujer.
Una vez en esa iglesia, decidió que sus hijos tenían derecho a la educación sin importar su estatus migratorio y tres de sus hijos fueron a la escuela en Filadelfia.
La concejal Helen Gym y el representante estatal del distrito 200, Christopher Rabb tomaron de la mano a los niños y los escoltaron a los vehículos que los llevarían a sus respectivas escuelas en enero de 2018. Después cada mañana, voluntarios de NSM se aseguraban que el autobús escolar los recogiera y dejara de nuevo en la iglesia.
Para Carmela, los primeros seis meses en santuario fueron los más difíciles, “recuerdo que lloraba por todos los rincones de la iglesia”. Luego vino la depresión, “le hablaba a mi cuerpo para que tuviera energía y le pedía a Dios que me diera fuerza”, ahondó.
Ahora que puede salir, le gustaría ir a un lugar donde haya un río y sea sombreado. La casa en la que le gustaría vivir es una “con un patio grande para que mis hijos tengan espacio para jugar y hacer ejercicio”, puntualiza.
Como es de conocimiento general, las leyes de inmigración pueden cambiar por lo que el abogado Bennion seguirá representando a Carmela y su familia para obtener sus visas U. Será entonces cuando podrán ser realmente libres de vivir en los Estados Unidos sin el miedo a la deportación. Carmela Apolonio Hernández ha inspirado a todos los que la apoyaron por su fe inconmovible, su espíritu de lucha y su fuerza interior.