Probablemente durante el tiempo que lleva la pandemia del COVID-19 hemos notado como el duelo está con mayor frecuencia y cercanía en nuestras vidas, debido a que este virus ha cobrado, inesperadamente y en poco tiempo millones de vidas a nivel mundial. Por tanto, nos cuestionamos acerca de este sentimiento, ya que, no todos tenemos la capacidad de reconocer hasta qué punto puede ser normal, o reconocer sus diferentes etapas.
El duelo es definido como la reacción normal ante la pérdida, ya sea la de una persona querida, una mascota, un objeto, una etapa o evento significativo. En referencia a la pérdida de una persona cercana se desencadenan reacciones a menudo dolorosas acompañadas de angustia emocional y somática, lo cual es normal durante un tiempo limitado; sin embargo, como resulta un factor de estrés en el organismo, en algunos casos, esto puede precipitar o empeorar trastornos mentales previos, que evolucionan y se complican, como pensamientos, sentimientos o comportamientos desadaptativos, en donde ese dolor agudo se vuelve intenso, prolongado y debilitante, condición reconocida como duelo complicado, que se identifica como un trastorno psiquiátrico que requiere un tratamiento específico e inmediato. Es un trastorno que epidemiológicamente se presenta en un 7% de la población general, pero puede variar según la relación que se haya tenido con el fallecido; por ejemplo, se describe cómo en padres occidentales que han perdido a sus hijos este llega a ser hasta del 60%.
Un duelo normal viene acompañado de etapas que son una mezcla de emociones y respuestas que se pueden dar de manera aleatoria sin necesariamente seguir un orden, dichas etapas o fases se denominan: negación, ira, negociación, depresión y aceptación, síntomas que varían a medida que las personas se adaptan a la pérdida y al dolor agudo que poco a poco se transforma e integra. A pesar de ello, estos varían según las circunstancias y consecuencias de la muerte, así como las expectativas sociales y culturales, ya que en parte, la reacción puede depender de cómo los individuos entienden e interpretan lo que les está sucediendo, así como de las estrategias que utilizan para regular las emociones, lo que les permite evolucionar hacia una percepción más manejable del dolor, llevando a un segundo plano los pensamientos y recuerdos del fallecido que pasan gradualmente a ser menos afligidos.
No se aconseja evitar los sentimientos, pero tampoco evocar frecuentemente al fallecido, lo cual también puede complicar el duelo. Permitirnos sentir, experimentar y atravesar cada etapa de la mejor forma posible con acompañamiento profesional si es necesario o con alguna persona cercana. Validar esos sentimientos y aprender a regular nuestras emociones, ayudará a que el duelo nos conduzca al crecimiento psicológico, aún sin poder entenderlo.
Referencias:
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• M.K Shear, C.F Reynolds III, N.M Simon, S Zisook. Noviembre 9 de 2019, Complicated grief in adults: Epidemiology, clinical features, assessment, and diagnosis. Recuperado 29 de junio de 2021, de www.uptodate.com.
• Figueroa, M. J., Cáceres, R., UNICEF, & Fundasil. (2020). Duelo Manual de Capacitación para Acompañamiento y Abordaje de Duelo. https://www.unicef.org/elsalvador/media/3191/file/Manual%20sobre%20Duelo.pdf.
• Chacón López, J. I., Martínez, M. B., & González , J. (n.d.). EL DUELO COMPLICADO. En Duelo en oncología (pp. 223–235).