El pasado sábado 12 de marzo, entre bellas artesanías y un nutrido número de músicos y amantes del son jarocho, el Teatro Esperanza abrió sus puertas a Ximena Violante, quien convocó a compartir una tarde de “Fandango”.
Para Bill Rhoads, vicepresidente sénior del Centro de Artes Esperanza, fue todo un éxito, porque a pesar de la tormenta de nieve, el fandango cumplió su cometido, al dar un espacio de celebración y unión a los que muchos acudieron, y Ximena brilló como la estrella que es.
Para el artista también fue sumamente satisfactorio “Para mí lo mejor de ese día fue ver a tanta gente reunida de tantas diferentes comunidades, edades, y lugares, gozando y aprendiendo al pie de la tarima”.
Ximena recuerda que se topó con la tradición del son jarocho, que él llama “el vicio de la guitarrita” siendo estudiante universitario. A pesar de conocer otro tipo de música fue esta la que lo llevó a conectarse con su tierra, México, y se volcó a estudiarla y a difundirla, encontrando en el sur de Filadelfia una oportunidad para darla a conocer entre sus paisanos luego de recibir, junto con Jared Portillo, una beca de la fundación Leeway. “Por medio de talleres dimos a conocer de qué se trataba; Casa Monarca y JUNTOS fueron parte instrumental en este proceso, al abrirnos sus espacios”, nos mencionó.
Con los primeros talleres, en el 2015, nace “Son revoltura”, un grupo de estudiantes y talleristas que continúan difundiendo esta tradición en nuestra ciudad. Es un grupo abierto “para quien quiera llegar y participar o quien desee organizar un fandango, todos son bienvenido”, aunque son muchos los que van y vienen, Teófilo Reyes, Leticia Nixon y Carmenmaria Chiroy han sido los miembros más constantes, mencionó Ximena.
El instrumento principal es “la jarana” una guitarrita pequeña, que difícilmente se consigue en una tienda de instrumentos musicales, “son hechas a mano y debes comprarlas directamente del artesano o laudero”, explica el artista. Fue el maestro Sinuhé Padilla Insunza, músico, laudero y tallerista residente en Nueva York quien dictó el taller para que los miembros de “Son Revoltura” aprendieran a elaboraran sus propias jaranas.
Otros instrumentos que se tocan en el son jarocho son el requinto, que marca la melodía con un repunteo, la liona que hace los sonidos graves, la quijada de burro, el violín tuxteco de la zona de los Tuxtlas, que es más pequeño que el violín europeo, y el marimbol, que viene de la raíz africana y se deriva de una versión más pequeña llamada “calimba o mbirra”; dependiendo de la región puede incluirse también el arpa, y el pandero.
ZAPATEADO Y VERSOS
El zapateado es “como nuestro tambor central, como nuestro altar, es el corazón al centro”, explica Ximena. El canto o versada es el que cuenta los relatos, muchos de los cuales tienen cientos de años. También hay sones que nacen para contar y celebrar historias importantes para nosotros.
EL FANDANGO
Es originario de Veracruz, es la celebración participativa del son jarocho; que a diferencia de un espectáculo donde el público es un observador, se vuelve parte activa de la celebración, porque se puede subir a la tarima a zapatear, tocar instrumentos o echarse un verso. “En Veracruz, el fandango puede durar toda la noche; hay comida y música”, cuenta Ximena.
En el evento se contó con la visita de los siguientes grupos: “Ameyal de Miami”, “Soneros de City Lare”, “Son Pecadores y Jarana Beat de Nueva York”, “Son cosita seria de Washington”, y de Filadelfia, “Guachinangos”, “Compas 48” y “Son Revoltura”.
Fue una tarde que unió voces, tradición y culturas, donde después de un mini taller para conocer el zapateado y los versos, se invitó al público a participar alrededor de la tarima, y disfrutar del “Fandango”.