Perú, origen del ceviche, las yuquitas, y el pisco sour, vio nacer a uno de los chefs más queridos y conocidos de la cocina peruana en Nueva Jersey, Juan Andrés Placencia.
FAMILIA
Andrés, como le dicen en familia, nació en la ciudad de Lima en agosto de 1982, bajo el cobijo de su madre, doña Ana, quien decidió migrar al país “del sueño americano” con su pequeño hijo en brazos para unirse a su esposo, Pablo, que había emprendido el viaje casi dos años antes para trabajar con sus padres y hermanos ya radicados en Nueva Jersey, y quien aún no conocía a su primogénito.
Cuenta Andrés, que su madre fue amenazada por los coyotes que le ayudaron a cruzar la frontera porque él ya desde bebé era muy parlanchín; y si el niño no guardaba silencio, se quedarían atrás.
HOGAR
La familia Placencia reinició su vida en 1986, en Union City. Con la ayuda de la abuela paterna montaron un pequeño restaurante peruano tradicional llamado “San Andrés”, el segundo en todo Nueva Jersey. En ese establecimiento el niño se caracterizó por su interés en el arte de cocinar, y sobre todo por platicar con los comensales. Él, utilizaba jergas de cada país para así conectar mejor con las personas. “Fue en el restaurante, donde yo y mi hermano Jonathan, quien nació tres años después de llegar a EE. UU., nos criamos, haciendo tarea, comiendo y durmiendo”.
Uno de los aspectos más duros y tristes para el futuro chef fue que solo su madre era quien asistía junto con sus hijos a los eventos familiares y de escuela, nunca su papá. “Cuando yo tenía siete años, un día quedé en la puerta del restaurante llorando y gritándole a mi papá para que fuera él quien me acompañara al parque”. Finalmente, el niño entendió que así de esclavizante era atender y mantener un restaurante, “alguien se tenía que sacrificar”, motivo por lo que a su padre nunca le gustó la idea de que Andrés se convirtiera en chef.
Pero Andrés siguiendo su vocación, estudió y se graduó del Culinary Institute of America, y trabajó en varios restaurantes prestigiosos de Nueva York, como Gramercy Tavern, Eleven Madison Park, y Jean-Georges.
AYUDAR A AYUDAR
En 1998, doña Ana y don Pablo fundaron su restaurante “Oh! Calamares” en el norte de Bergen. En 2003 se mudaron con su negocio al pueblo de Kearny, donde aún se encuentran, y donde organizaron un grupo llamado The Peruvian Civic Asociation of New Jersey, un espacio para ayudar a peruanos, latinos, y cualquier inmigrante.
A pesar de que Andrés y su familia son residentes estadounidenses, saben que llegar a este país sin documentos es una situación muy difícil, con el riesgo de ser víctimas de abuso laboral y salarial.
GENEROSIDAD
Para él, contrario a lo que se piensa, lograr tener dinero sí resuelve muchos problemas, pero también trae otros conflictos, compromisos, y mucha responsabilidad. Las etapas de tener y no tener dinero, la situación de la pandemia, y el conflicto del binomio negocio-familia, le causó mucha desestabilidad emocional (depresión y ansiedad), la cual ha trabajado con ayuda profesional, y sobre todo con el auto conocimiento. “Hace cinco años que he trabajado en busca de mí mismo, lo cual me ha ayudado mucho para tener claro lo que quiero ser y hacer”.
“Give, give, give, and then ask”, esta es la filosofía de vida que Andrés aprendió de esta experiencia. En su próximo proyecto se ha planteado como misión ayudar no solo a sus connacionales, sino a él mismo, y ser un ejemplo de un modelo que ayuda a los trabajadores restauranteros.
Andrés es padre de dos niñas, Scarlette Olivia de 9 años -que quiere ser la mejor repostera-, y Amalie Reese de 4, a quienes ha educado para enfrentar una sociedad donde las mujeres latinas son más vulnerables, razón por la que llevan un segundo nombre anglosajón, y así evitar en de primera instancia, eventuales inconvenientes para que sean contratadas por su origen latino. Situación que espera cambie, ya que las personas deben ser contratadas únicamente por sus habilidades.“Por amor a mis hijas yo voy a trabajar el doble para ayudarles a tener un camino menos complicado y doloroso”
MIGRACIÓN
Gracias al grupo que formaron sus padres para ayudar a la comunidad inmigrante, Andrés aprendió la importancia de ayudarse los unos a los otros; de hecho, él ha colaborado también con pequeñas organizaciones que ayudan a la comunidad latina.
Él está convencido de que todo inmigrante hace funcionar la economía de este país, a través del comercio. “Sin nosotros, no creo que existan todas las oportunidades que este país brinda”. Considera que es preocupante que esta nación todavía no ha dado el primer paso para tener una reforma migratoria, y regular el estatus de los inmigrantes. “Estas leyes migratorias ayudarán a todos, migrantes o no, haciendo más competitivo el sector comercial, y ayudar a evitar un sistema de esclavización entre los trabajadores inmigrantes”.
EL PARO
Juan Andrés está por reabrir su restaurante en el 326 South Street, Brazas BBQ Chicken, durante un tiempo estuvo cocinando para la reconocida Chef Cristina Martinez de Philly Barbacoa, pero trabajó para su nuevo restaurante Casa México.
En este momento es parte del comité de El Paro, un grupo que esta organizando el evento de protesta y fiesta, el próximo 1 de mayo, en el corazón latino al sur de Filadelfia, para a la par de pedir una legalización permanente para todos los inmigrantes indocumentados, también se celebren sus logros en ese crisol de culturas. “la razones por la que participo, son para aprender y apoyar, mi misión es cambiar la cultura de la industria restaurantera para el bien de todos”.
En medio de una conversación amena, llena de risas y de recuerdos, el chef Juan Andrés Placencia nos deja con un buen sabor de boca, no sólo por la evocación del rico ceviche que prepara, sino por su extraordinaria calidad humana, “un corazón de pollo” que lucha por mejorar la vida de todos. “Yo vivo y camino esta tierra con mi corazón”, finaliza Andrés.