La doctora Nilsa Graciani no solo reúne las cualidades de una científica, sino que también tiene la vocación de enseñar a los jóvenes universitarios del Colegio Esperanza en Eastern University. Esta destacada química puertorriqueña es la directora de STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Es la responsable de cuatro programas y además es la asesora académica de alrededor de 70 estudiantes. Es una tarea que toma muy en serio y ayuda a las generaciones más jóvenes a desarrollar el amor por la ciencia y a convertirse en profesionales en STEM en los campos relacionados con la salud.
Su trabajo académico va más allá de una enseñanza formal. En una entrevista de Connor McManus, con motivo del Mes de la Historia de las Mujeres, Nilsa dijo “nuestro trabajo nos permite inspirar a los que dudan de sí mismos, fortalecer a aquéllos que llegan con destrezas débiles y darles alas a los que se sienten atrapados por su situación personal”.
Además de dirigir STEM, ha organizado el “Simposio de Minorías en Ciencias de la Salud” en el Colegio Esperanza. Nilsa participa en la Junta Asesora de la Red de Jóvenes Profesionales en la Cámara de Comercio Hispana de Filadelfia y ha estado en la Red de Liderazgo Latino (GPHCC) y la Junta Asesora Latina Susan G. Komen. También es parte de la Red de Ciencias de Hunting Park. Fue honrada en 2014 como Socia Comunitaria del Año por la Sociedad de Ingenieros Profesionales Hispanos.
La orgullosa puertorriqueña jugó un papel decisivo en el funcionamiento del primer club de robótica en el Colegio Esperanza. Los estudiantes de la escuela secundaria crearon un robot que se presentó en el Carnaval de Ciencia de Filadelfia en el Instituto Franklin, donde dieron una presentacion acerca del funcionamiento de su robot.
Interés por la ciencia
“Es difícil precisar qué es lo que me atrajo a la ciencia. Me gustaba experimentar, ir a la clase de ciencia, observar, y sin darme cuenta, decidí estudiar química”. Nilsa recuerda cómo en la escuela intermedia, su maestra de ciencias del octavo grado, la Sra. Lucy Gaspar, guió a los estudiantes a realizar los experimentos de ácido y base en una bolsa de plástico, hasta que casi explotó, y eso nunca se le olvidó. “Al terminar la escuela quise estudiar la carrera de bioquímica, pero mi mamá, quien siempre me impulsó a estudiar, no pudo enviarme a Estados Unidos a estudiarla, por factores económicos”, dice. Así que estudió química en la Universidad de Puerto Rico, en Río Piedras, donde vivía su familia. En el verano, antes de terminar su último año universitario, solicitó participar en un programa de “Minorities Access for Research Careers”, MARC, por sus siglas en ingles, para trabajar en un laboratorio.
En el verano antes de terminar su último año universitario, Nilsa fue aceptada en Texas A&M para un programa nacional, auspiciado por la Fundación de Ciencias, que duró diez semanas. Eran aproximadamente 12 estudiantes y los mentores eran los estudiantes graduados. Sin embargo, había muchos estudiantes internacionales y fue una experiencia muy positiva para la joven universitaria.
“Era la primera vez que estaba lejos de mi familia, y recuerdo que hacía una llamada a la semana y escribía muchas cartas”, platica Graciani. Al terminar el programa, regresó a Puerto Rico para completar su carrera de química. De regreso, se casó con un compañero de clases, también químico, y se mudaron a Texas, donde Nilsa terminó su doctorado en química orgánica mientras que su esposo terminó su maestría. Allí nació su primer hijo.
Después se mudaron a Wilmington, Delaware donde consiguieron trabajo en Dupont Merck, “comencé una carrera muy satisfactoria en la industria farmacéutica”. Luego se mudaron a Filadelfia y para ese entonces ya tenían tres hijos. Nilsa conoció a Elizabeth Conde-Frazier, quien era la decana de Colegio Esperanza, y le ofreció trabajo de tiempo parcial. Dos años después comenzó a trabajar a tiempo completo. Este octubre, la destacada profesional va a cumplir siete años de ser parte de Esperanza.
Su inspiración
Nilsa reconoce como fuente de su inspiraciòn a su madre, sus hermanas y tías, y sobre todo su abuela Abigail González. “Ella vino de visita y se quedó a vivir con nosotros para ayudar a mi mamá cuando nació mi hermano mayor”, cuenta. Su abuela tuvo 11 hermanos y era una mujer muy sabia. Motivó a Nilsa diciendo que con la fe todo es posible. Su motivación todos los días son su esposo, Robert, y sus hijos Roberto, Julián y Lillian.
Por su dedicación a la ciencia, su mentoría para las generaciones jóvenes en la comunidad de Hunting Park y su participación en organizaciones profesionales, ¡Nilsa Graciani es una Vida de Impacto!